
Desde muy pequeños hemos vivido con un profundo deseo de conocer más sobre nuestro abuelo, el General de Hombres y Mujeres Libres, Augusto C. Sandino. Era como un hambre de su presencia. Desde entonces escuchábamos con atención las tertulias que sostenían nuestros padres con las personas que lo conocieron personalmente; por ejemplo, nuestro tío abuelo Pedro Antonio Aráuz Pineda y el coronel Santos López, quienes advertían que él era un hombre de creencias superiores y siempre les expresaba que: “Nada en esta vida era producto de la coincidencia o de la casualidad, y lo que hicieran en este mundo mientras la materia del cuerpo tuviera vida, tendría repercusiones en la eternidad de sus espíritus”. Nos gustaba mucho escuchar todas aquellas historias interesantes, pues nos sentíamos cada vez más cerca de él. Era algo indescriptible.
Uno de los temas que más provocaban nuestra curiosidad era saber sobre el proyecto de las cooperativas en el Río Coco, es decir, la creación de una “sociedad de ayuda mutua y de fraternidad universal”, tal y como la soñaba nuestro abuelo; algo que aún hoy en día está sin revelar. Porque al parecer, detrás de aquel modesto plan se ocultaba un megaproyecto espiritual, misionero y universal, venido a esta tierra para impartir justicia mediante la creación del hombre nuevo, con el desarrollo de un nuevo sistema “socio-político-económico” que se contrapone al sistema del capitalismo salvaje. Esto lo sabemos de fuentes muy fidedignas, como el propio Maestro Nato y Director General de la actual Escuela Magnético Espiritual de la Comuna Universal, hermano Víctor Rolando Trincado (nieto del fundador de la EMECU), además de los estudios realizados sobre el pensamiento filosófico del General Sandino en sus escritos. Aunque también sabemos que él siempre fue muy cuidadoso en lo que concernía a la difusión de sus ideas espirituales.
Se conoce que, a raíz de los convenios de paz de 1933, varios periódicos de la época comenzaron una campaña de críticas en contra del proyecto del General Sandino en las Segovias. El 3 de febrero, el diario La Noticia escribía: “A Sandino se le quiere dar una región para que haga una colonia agrícola como a Pancho Villa le regalaron una hacienda. Lo malo está en que la colonia de Sandino los politiqueros quieren convertirla en una colonia política”. Pero lo cierto es que el General ya había concebido el proyecto de cooperativas del Río Coco desde principios de 1932, como lo demuestra en una carta que envió al comandante Carvajal en enero de ese año (“Carta al Comandante Carvajal”, 8 de enero de 1932. Documento inédito. Archivo Histórico del FSLN. Fondo Sandino, Managua), en la cual decía que “al triunfo de nuestra causa, viviré en estas montañas procurando que todo el Río Coco y sus afluentes, desde Ocotal al Cabo Gracias a Dios, sean una verdadera calle real por una y otra vega”.
El territorio escogido por el General Sandino en 1933 partía de la frontera agrícola de Nueva Segovia y cubría parte del departamento de Jinotega. Protegido por un contingente de 100 hombres armados y unas cuantas familias, el General Sandino se instaló en un lugar llamado Wiwilí, a orillas del Río Coco; siendo esta una palabra completamente indígena, cuya traducción literal al castellano es “Red de aguas” o “Aguas del zompopo”, y que el General Sandino nos emplazó a llamar “Güigüilí”, donde no había más que selva. (Ver imagen N.º 1. Carta de Sandino a Salvatierra, 31 de diciembre de 1933).

El objetivo inmediato del General Sandino era dar trabajo a los campesinos desmovilizados que habían perdido sus tierras y sus casas durante la guerra. En carta del 7 de julio de 1933, el General Sandino escribe al capitán Alfonso Alexander (colombiano) lo siguiente:
“Estamos organizando en este puerto fluvial del Río Coco una sociedad de trabajo y mutua ayuda, basada en la fraternidad que usted conoce y practicó en nuestro ejército, denominada ‘Cooperativa Río Coco’. Estamos haciendo casas, cuartel, hospital, comedor, oficina, radio y todo lo necesario para vivir; estamos talando y cultivando enormes extensiones de terreno, haciendo lavaderos de oro, etc., etc. El asunto es trocar estas vírgenes regiones en centros de vida y de cultura para todo ser humano acosado por la clase explotadora y la miseria.”
El 24 de junio de 1933, el General Sandino hizo contacto con el señor Juan Alberto Fagot, un comerciante del Cabo Gracias a Dios, en el litoral Atlántico, para organizar un intercambio comercial entre esta población y Güigüilí, permitiendo así integrar a la población indígena y comercializar los productos en la Costa Atlántica, región que importaba casi todos sus bienes de consumo. En noviembre de 1933, el General Sandino declaró a un periodista lo siguiente: “Lo que quiero es servir a los miles y miles de campesinos que han apoyado nuestra lucha… Vamos a despalar la montaña y hacer una agricultura cooperativizada”.
En apenas unos meses organizó dos cooperativas: una agrícola y otra minera. En la primera cultivaban maíz, frijoles y verduras para el autoconsumo, y tabaco para el comercio. Su organización interna tenía un carácter autogestionario. En la segunda se explotaban tres principales ramas: el cultivo del tabaco, la cría de cerdos y la producción de oro, el cual se obtenía por medio del lavado de arenas del Río Coco. El 6 de enero de 1934, el General Sandino anunció que veinte máquinas modernas para lavar oro iban a llegar desde Chile, debido a la venta de una buena cantidad de oro de primera calidad que el General Sandino puso en manos del presidente Sacasa y que produjo miles de dólares.
En cuanto al tabaco, desde el 15 de mayo de 1929, el presidente Moncada, siguiendo instrucciones del gobierno yanqui, había decretado el control estatal sobre su producción. Hasta esa fecha, el tabaco era uno de los principales productos de renta del campesinado segoviano. Sin embargo, debido a la presión del General Sandino, el presidente Sacasa restableció el libre cultivo del tabaco. En el mes de febrero de 1934, el General Sandino mandó a Managua unas muestras del tabaco cultivado en Güigüilí, llamado “tabaco Bocay” o “tabaco Sandino”, con una nota diciendo: “Es mejor que el sembrado en Masaya… para enseñar a los productores nacionales.” (Ver imagen N.º 2. “La Noticia”, 28 de enero de 1934. El tabaco de Sandino y la venta del oro).

El General Sandino proyectaba canalizar todo el Río Coco desde Güigüilí hasta el Cabo Gracias a Dios, pues había convertido a Güigüilí en un pueblo en desarrollo. En enero de 1934, Güigüilí ya era un puerto fluvial con sus casas alineadas y calles trazadas. Estaba en proyecto la construcción de un hospital, una escuela, un cuartel, una tienda popular e incluso una pista de aterrizaje. El 12 de enero de ese mismo año, un decreto presidencial dio a Güigüilí el título de municipio.
El proyecto del General Sandino era un desafío: dar la oportunidad a la población local de explotar sus propios recursos, de contribuir así al desarrollo nacional y, sobre todo, de salir del callejón sin salida de la exclusión. Hablar de integración nacional y mostrar interés por el desarrollo económico y social de una población que siempre había sido marginada era algo totalmente revolucionario en la Nicaragua de los años treinta. Cuando el General Sandino decidió instalarse en la frontera agrícola de Nueva Segovia, no fue solo porque este había sido el terreno de la guerrilla, sino también porque su proyecto permitiría garantizar la reproducción del sistema de producción del campesinado segoviano.
La comuna universal en Las Segovias
El proyecto del General Sandino comprendía una “sociedad de ayuda mutua y de fraternidad universal”, como él mismo lo llamaba. Trascendía lo nacional. En efecto, respondía al proyecto del maestro argentino Joaquín Trincado, fundador de la Escuela Magnético Espiritual de la Comuna Universal (EMECU). Fue en México donde el General Sandino se adhirió a esa Escuela y fue nombrado “Celador”, es decir, representante personal de Trincado en Nicaragua.
El objetivo de este proyecto era crear la Comuna Universal en América Latina: la creación de un mundo sin fronteras, basado en un régimen comunitario donde no existiera la explotación del hombre por el hombre. Un mundo sin fronteras, algo así como un solo país, una sola bandera, una sola nación (que bien pudiera asemejarse a lo que hoy conocemos como “Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – ALBA”). La realización de ese proyecto tenía varias etapas progresivas: la comuna a nivel familiar, local, regional, nacional y, después, universal.
No vaciló un solo instante ante el peligro ni en sacrificar sus anhelos de mayores beneficios, bajo un gobierno de principios fraternales, de igualdad de derechos y obligaciones; por eso firmó la paz el 2 de febrero de 1933. Un día después declaró: “Quiero la paz en Nicaragua y he venido a hacerla”, publicó La Prensa el 3 de febrero de 1933. Acto seguido se retiró con sus hombres a las montañas segovianas, donde se dio a la tarea de organizar las cooperativas (Comuna Universal y Fraternal) entre los obreros, agricultores, mineros e industriales, a fin de que, con su trabajo honrado, pudieran ganar su subsistencia sin ser peligrosos en lo más mínimo a la paz del país que tanto amaban, creando nuevas fuentes de riqueza.
Entre ellas, las plantaciones de plátanos en extensos terrenos de las llanuras segovianas, para exportar al extranjero, y además la explotación de minas de oro, lavando las arenas auríferas del Río Coco, que en las Segovias existían en abundancia. Era una Comuna Universal de halagadoras promesas para todos sus integrantes. Se construyeron casas modestas pero higiénicas y cómodas para las familias de los colonos, quienes recibían instrucciones sabias sobre las doctrinas de la Escuela Magnético Espiritual de la Comuna Universal (EMECU), de la cual el propio General era su Director, y su esposa Blanquita Aráuz era su Gerente General.
Él mismo les impartía clases con todo amor fraternal, tratando a todos como hermanos, siendo respetado y querido como un patriarca, padre de todos y para todos; no existía el dinero entre ellos. La Comuna Universal era de todos por igual y se estaba sacando oro de las arenas de un modo primitivo, a lo gambusino, mediante lavados.
Como prueba de que todo marchaba bien, el representante del General Sandino en México, el Dr. Pedro José Zepeda, había sido comisionado para ir a Estados Unidos a arreglar la venta de cargamentos de plátanos y de oro, así como la compra de maquinaria para las minas y el lavado de las arenas auríferas, cuando se perpetró el infame crimen que indignó a todo hombre honrado de la época.
El hecho de que nuestro abuelo formara las cooperativas (“Comuna Universal”) en Güigüilí, tras entregar las armas y firmar la paz, constituye la evidencia más palpable de su más grande sueño: la creación de la Comuna Universal en Güigüilí, la cual tenía como objetivo principal modelar un “paraíso terrenal” aquí en la Tierra, que se convirtiera en un prototipo que pudiera ser copiado y reproducido por el mundo entero. Lo interpretó como un paso hacia el proyecto de redención mundial de los pueblos oprimidos.
Un proyecto comunista, pero racionalista. En carta enviada por el General Sandino al doctor Humberto Barahona el 27 de mayo de 1933, y publicada en el diario La Noticia el 7 de junio de 1933, dice lo siguiente:
“Por otra parte, mientras usted rehúsa llamarse comunista, yo lo declaro al Universo entero con toda la fuerza de mi ser, que soy COMUNISTA RACIONALISTA.”
El comunismo del General Sandino era el del amor y de la razón, es decir, un comunismo con Dios ante todo. (Ver imagen N.º 3. Carta al doctor Humberto Barahona, “La Noticia”, 7 de junio de 1933).

Fue precisamente por esos días que el diario La Noticia publicó varios artículos al respecto, pero uno en especial, donde informaba que la Guardia Nacional hacía todo un despliegue de su aparato bélico contra los excombatientes sandinistas en los campos de Güigüilí, donde se encontraba reconcentrado nuestro abuelo. Sin embargo, el verdadero motivo del viaje a Managua era constituir legalmente una Compañía Anónima Minera para trabajar en las regiones de Las Segovias, la cual quedó oficialmente constituida el lunes 19 de febrero de 1934, en horas de la noche, bajo los oficios notariales del Dr. Alejo Icaza Icaza.
El martes 20 de febrero de 1934, el periódico La Noticia publicó otro artículo de última hora donde informaba el acuerdo llegado con el presidente Sacasa y el viaje en avión para llevar las buenas noticias del arreglo a sus compañeros. Pero como no pudieron aterrizar en el aeródromo de Güigüilí, el General tuvo que dejar caer la correspondencia para que se reanudaran las labores comerciales y agrícolas, mismas que se habían suspendido desde el día 12 de ese mes, en expectativa del desarrollo de los acontecimientos en Managua. Ese fue su último vuelo, así como el mito del ave Fénix, que alimentó varias doctrinas y concepciones religiosas de supervivencia en el más allá, pues el General Sandino muere para renacer con toda su gloria. (Ver imagen N.º 4. “La Noticia”, 20 de febrero de 1934. Último vuelo de Sandino a Güigüilí).

Como es del conocimiento público, al día siguiente el General Sandino fue asesinado a traición junto a sus compañeros de lucha por órdenes del gobierno norteamericano, a manos de un grupo de desvergonzados sicarios nicaragüenses que ayudaron a incubar el delito de alta traición imperial, retardando así este loable deseo del General.
Pero sus muertes no fueron en vano, pues las generaciones posteriores nunca pudieron olvidar lo que ellos hicieron por nosotros. Nos correspondió continuar la obra incompleta que tan noblemente adelantaron. Fue más bien un deber habernos dedicado a la enorme tarea que quedó ante nosotros: imitar a estos gloriosos héroes y mártires de la nación y acrecentar nuestra devoción a la causa por la que ellos hicieron el sacrificio supremo.
Resolvimos decididamente que los caídos en la lucha por la construcción de una nueva sociedad en nuestro país no murieron en el olvido; y logramos que la lucha del General Sandino se mantuviera viva durante muchos años, y que sus ideales y propósitos amparados por Dios triunfaran definitivamente el 19 de julio de 1979, cuando la legítima vanguardia del pueblo nicaragüense, el FSLN, encabezó el derrocamiento de la dinástica, proimperialista, entreguista y genocida dictadura somocista.
Así, la figura del General Sandino trascendió las fronteras nacionales hasta alcanzar, a escala mundial, dimensiones de símbolo y bandera de las luchas de los pueblos del mundo que combaten la opresión, la explotación y todo tipo de dominio interno o externo.
Hoy sabemos que el General Sandino fue el precursor del cooperativismo en Nicaragua, fundando la Central de Cooperativas del Río Coco. Precursor de un modelo socioeconómico alternativo y justo, basado en el desarrollo de una economía social y solidaria. Con su ejemplo llegamos a los 36 años de la Revolución Popular Sandinista, que logró derrumbar a la sangrienta dictadura militar somocista y sembrar la semilla de una nueva sociedad que reivindicara a los pobres en su lucha por la justicia y la paz, la igualdad y la solidaridad; siendo en la actualidad sus mejores exponentes el cro. comandante Daniel Ortega y la cra. Rosario Murillo, a quienes admiramos por su valentía, inteligencia y solidaridad demostrada en la lucha contra el hambre y la miseria que oprimen y matan a los más humildes de nuestro pueblo.
Han efectuado una profunda y revolucionaria democratización de la economía nacional, gracias a su histórico compromiso con la visión de hermandad de la Patria Grande de las y los herederos de Bolívar, Martí y Sandino, demostrada en los ejemplos sin par del comandante Fidel Castro Ruz y de nuestro comandante eterno Hugo Chávez Frías.
La prueba material del compromiso con el cooperativismo de nuestro gobierno sandinista y con los ideales revolucionarios del General Sandino, Blanca Aráuz y sus seguidores, ha sido su decidida acción para cambiar el sistema financiero de Nicaragua. A pesar de la crisis financiera global de 2008 y 2009, de la oposición del Fondo Monetario Internacional y de los peleles de la oligarquía nacional, el cro. copresidente Daniel Ortega y la cra. copresidenta Rosario Murillo crearon la Cooperativa de Ahorro y Crédito Caja Rural Nacional, R. L. (CARUNA, R. L.).
Ellos han garantizado el acceso al crédito para los sectores antes completamente marginados por la banca nacional, controlada por las élites. Las cooperativas han sido uno de los grandes y poderosos motores del desarrollo del país y de la generación de su riqueza nacional. El General Sandino lo sabía muy bien, y por ese preciso motivo promovía el cooperativismo con tanta determinación.
Siempre más allá…