
Luisa Amanda Espinoza, militante sandinista y guerrillera urbana, nació el 19 de agosto de 1948 en Managua. Hija menor de 21 hermanos, creció en una familia humilde, marcada por el esfuerzo de su madre, doña Antonia Espinoza, lavandera en el barrio El Calvario.
A los 7 años fue enviada a Granada, a la casa de su tío Nicolás Gutiérrez, dueño de una panadería, quien tenía una mejor situación económica. Allí asistió a la escuela primaria y ayudaba vendiendo pan en las calles. A los 12 años regresó a Managua, al barrio San Luis, donde vivía su madre.
Empezó sus estudios de Comercio en el Instituto Centroamericano.
Cuando la familia se trasladó al kilómetro ocho y medio de la Carretera Norte, Luisa Amanda decidió quedarse en el barrio San Luis para no abandonar sus estudios. Allí vivió en casa de una colaboradora del FSLN. En esa vivienda se vinculó al Frente Sandinista, pues era visitada por dirigentes de la Vanguardia como el Comandante Carlos Fonseca, José Benito Escobar y Julio Buitrago.
Su vida estuvo marcada por episodios de valentía. En 1969, mientras trabajaba en el Servicio Nacional de Erradicación de la Malaria en Cusmapa, enfrentó a un guardia somocista que intentó violarla y lo mató en defensa propia. Estos hechos reforzaron su decisión de luchar contra la dictadura.
El 3 de abril de 1970, Luisa Amanda y Enrique Lorente fueron detectados por la Guardia Somocista en León. Tras un intenso combate, Lorente cayó primero; ella recogió su arma, disparó e hirió a un guardia antes de ser capturada. Gravemente herida, fue interrogada, torturada y finalmente asesinada.
Fue la primera mujer del FSLN que cayó en combate en la ciudad de León, cuando tenía apenas 22 años de edad. Su entrega la convirtió en símbolo de la participación de la mujer en la lucha revolucionaria.
La Comandante Doris Tijerino relató que ambas nunca se conocieron directamente, porque la clandestinidad no permitía vínculos abiertos, pero sabía de su vida cotidiana: “La Luisita se incorporó muy joven, se ha dicho que era de enfermera, pero no era de enfermera. En la casa de seguridad de Altagracia donde estaba, para justificar que entrara y saliera gente, había un rótulo que decía: ‘Se inyecta’”.
Agregó, además: “Se quedó viviendo con una tía, en un barrio, y al lado de la casa de donde ella vivía estaban Jorge Navarro y Marvin Guerrero. Ella se sentaba en una ventana a escuchar tocar la guitarra a Jorge Navarro; en ese momento era una niñita de 11 años o menos. Su incorporación al Frente no es accidental; por el conocimiento y las cualidades de Jorge Navarro, obviamente simpatiza con el Frente Sandinista”.
El compañero René Núñez también la recordaba como un ejemplo de firmeza y entrega: “Era una compañera muy dulce, muy trabajadora, muy transparente. Eso es importante en el Frente Sandinista: quiere decir que era una mujer de una sola casa, que no era dual y que estaba dispuesta a entregar su vida incluso por los demás”.
La Comandante Tijerino narró otro episodio revelador: “La última casa de seguridad que se tuvo en Managua fue en Altagracia. Cayeron tres compañeros, Roger, Mauricio y Leonel. Perdieron esa casa y tuvieron que huir. Y la Luisita, en la noche, sin autorización de nadie, entró por la parte trasera y recuperó armas que ahí habían quedado. René le llamó la atención y ella le respondió que tenían tan pocas armas que valía la pena correr el riesgo para recuperarlas”.
Su memoria trascendió el tiempo. Tras el triunfo de la Revolución, la Asociación de Mujeres Nicaragüenses adoptó su nombre: “Luisa Amanda Espinoza” (AMNLAE), como homenaje a su entrega y ejemplo.
Luisa Amanda encarna la dignidad, la valentía y la fuerza de las mujeres nicaragüenses en la lucha por la libertad.