
Resumen del artículo:
El 20 de mayo de 1933, Augusto C. Sandino fue recibido con gran entusiasmo en su pueblo natal, Niquinohomo. La población lo vitoreó y celebró su llegada con abrazos, saludos y un ambiente festivo, destacando el reencuentro con su madre y familiares tras años de ausencia.
Sandino declaró que ya no debía hablarse de liberales ni conservadores, sino de nicaragüenses unidos. Afirmó no ser héroe ni general, sino un hombre joven que había cumplido con su deber y ahora buscaba la paz. Durante una convivencia con vecinos y visitantes, expresó que su objetivo era trabajar por el pueblo y apoyarse en la juventud estudiantil para formar un nuevo partido.
Esa misma noche, estudiantes y oradores de Managua pronunciaron discursos revolucionarios a favor de la organización política. Aunque sus ideas fueron aplaudidas, el corresponsal señaló que eran bellas pero difíciles de realizar sin un verdadero fortalecimiento del pueblo. La jornada concluyó con música, baile y un ambiente de emoción y esperanza en Niquinohomo.
La Noticia – Managua, 23 de mayo de 1933
Ovación y baile a Sandino en Niquinohomo
Los estudiantes del “Comité Revolucionario” se fueron con él, y dijeron discursos para formar un nuevo Partido.
Niquinohomo, mayo 20 de 1933.
Ayer noche, a eso de las 8 y media circuló la noticia de que el general Augusto C. Sandino venía, lo que ocurrió unos minutos más tarde. Se alojó en casa de su padre don Gregorio. Hubo saludos, voces de entusiasmo y regocijo; y vítores.
Momentos después salió a ver a su señora madre doña Margarita y a sus hermanos. Cuando llegó a la casita donde habitan, muchos eran los que le vivaban. Ya en las calles era imposible el tráfico. Niquinohomo entero estaba presente para saludar al viejo amigo, el deudo y al héroe.
—“No llore, madre. ¿Qué es eso? Ya estamos juntos. Todo pasó y ahora sólo debe haber alegría. Ya la veré con frecuencia…”
Iba saludando a cada uno por su nombre y apellido, como si ayer nomás hubiera dejado estos lares, habiendo mediado 13 años.
Abrazos, frases cariñosas, la dulzura del hijo y la ternura de la madre. Eso fue el cuadro.
Despidióse.
Pasó luego a casa de la familia Ruiz Sandino y después a la de este corresponsal de “La Noticia”.
Aquí tardó más; habló de todo, viejos recuerdos vinieron a su mente, rió y habló, compelido por alguien, así:
—“Ya soy de aquí; estoy feliz de ver esta manifestación tan grande y espontánea. Así quiero venir y encontrarlos juntos y alegres…
…Ya no cabe eso de liberales y conservadores. Ya pasó a la historia, sólo debemos ser nicaragüenses y aquí sólo niquinohomeños, y nada más. Ya no soy héroe, ni general, ni nada. Sólo soy un hombre joven que ha sabido y podido cumplir con su deber y de eso estoy satisfecho y feliz…”
Vuelto a la casa de su padre, vitoreado y abrazado efusivamente.
Una ligera comida y después se fue introducido a las relaciones de muchas personas que de Managua y otras ciudades aquí estaban veraneando.
Él, tan sencillo y tan amable, no parece el hombre fiero de las montañas.
Vino la música y el baile.
—¿Usted no baila, Gral.?
—Nunca aprendí. De pequeño creí que sólo lo que debía saber uno era trabajar para hacer centavos. Después la otra faz de mi vida, ya la saben, estuvo lejos del baile. Mucho me gusta ver bailar…
—¿Qué piensa usted ahora?
—Trabajar por la paz y por la Patria, nada más. Vine a Managua porque necesitaba ponerme al habla con los estudiantes. Arreglaré todo. Me iré cuando todo esté arreglado.
Tras él se vinieron desde Managua los estudiantes recién liberados Carlos Castillo, Br. Juan J. Meza y los jóvenes Víctor Vega, Br. J. C. Aguilera, F. Calderón Gómez, Salvador Meza y dos guardias.
Ante una concurrencia bastante buena de señoras, señoritas y caballeros, dijeron discursos tendientes a la organización del nuevo Partido los jóvenes Aguilera, Vega, Meza de Managua y también hablaron el Pbro. Kiene y Alcibíades Alvarado. Fueron aplaudidos.
Las ideas de los jóvenes estudiantes merecen nuestra atención. Son bellas, pero irrealizables. Andando el tiempo podrán —quizás— destruirse las tendencias; pero los partidos no. Ellos son necesarios para las vidas de las naciones, sin ellos no hay estímulo y estacionarían hasta llegar a la inacción.
Para el logro de tan buenas aspiraciones solo es necesario desanalfabetizar al pueblo. De esta manera se evoluciona ideológicamente y se hacen hombres conscientes que sabrán escoger a sus directores políticos para hacer la felicidad de las naciones.
Eran las 12 de la noche. Las señoras y señoritas se despidieron. El pueblo quedó algún tiempo más vivando al general Sandino.
Niquinohomo sintió honda conmoción.
Mañana a las 4 p.m. el general Sandino iráse a esa. Después al Norte. —Corresponsal.
Por Walter Castillo Sandino


