
Hay que detenerse a reflexionar sobre estas memorias del coronel Santos López, no solo como un testimonio personal, sino como una valiosa fuente histórica surgida de la experiencia viva de quien creció biológica e intelectualmente en medio de una cruenta guerra de liberación nacional. Bajo la guía del General de Hombres y Mujeres Libres, Augusto C. Sandino, Santos López fue testigo y protagonista de una de las gestas más significativas del siglo XX en Nicaragua.
Las circunstancias que le tocó enfrentar fueron extraordinariamente difíciles: hambre, enfermedades, persecución, traición y sacrificio, en un escenario dominado por la ocupación extranjera y las tensiones internas del país. Sin embargo, su relato no se deja arrastrar por el resentimiento ni la amargura. Por el contrario, nos habla con la tranquila convicción de quien ha alcanzado una comprensión profunda del destino humano y de la causa que abrazó, dejando ver en cada línea la serenidad del que ha luchado por ideales y ha reconocido los errores como parte natural del proceso histórico.
Estas memorias deben entenderse, entonces, como una expresión de conciencia nacional: la voz de un hombre que, desde la verdad de su experiencia, asume la responsabilidad de contar no solo lo que vivió, sino también lo que comprendió. En su aparente sencillez, los recuerdos de Santos López nos invitan a reconciliarnos con nuestra propia historia y a reconocer, en la sinceridad de su equivocación, la pureza de su entrega a la causa de la libertad.
Una pequeña síntesis
Resumen de las páginas 26–30 de las Memorias del Coronel Santos López
Las páginas 26 a la 30 de las memorias del Coronel Santos López reflejan uno de los momentos más dinámicos y significativos de la lucha del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, encabezado por el General Augusto C. Sandino. En ellas se narra con detalle la composición internacional del movimiento, las operaciones militares de resistencia, y la firme convicción patriótica que sostenía a sus combatientes frente al poderío militar estadounidense y sus aliados nacionales.
El relato inicia con un reconocimiento a los combatientes extranjeros que se unieron a la causa sandinista, provenientes de distintos países de América Latina: de Honduras, Guatemala, Costa Rica, México, Venezuela, Perú y Colombia. Muchos de ellos, hombres de ideales antiimperialistas, encontraron en Nicaragua un espacio de lucha común contra la opresión y la dominación extranjera. Entre los nombres destacados figuran el general Porfirio Sánchez, el coronel Rosa Tejada, Juan Pablo y Eustaquio Umanzor —este último muerto en combate—, el general José Lagos, y figuras notables como Carlos Aponte y Gustavo Machado de Venezuela, o el poeta y militante peruano Esteban Pavletich, identificado en el texto como “Pablo Bitch”. Estos combatientes foráneos, según López, mantuvieron siempre una actitud valiente y disciplinada, recibiendo un trato fraterno por parte de Sandino y su Estado Mayor.

        