
La Liberación final de Matagalpa el 2 de julio de 1979, hace 46 años, dirigida por las fuerzas guerrilleras del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), logró liberar la ciudad norteña de Matagalpa con todo el apoyo popular de los trabajadores, estudiantes y población en general, quienes ya no querían continuar viviendo bajo el yugo de la dinastía somocista.
Antecedentes históricos
En la Matagalpa de aquellos años las clases sociales se encontraban bien marcadas, por los antecedentes históricos de la región norteña, donde las condiciones climáticas y sus fértiles montañas motivaron la migración extranjera desde 1840 hasta finales de 1990.
Esa difícil y esclavizante realidad en la que vivían cientos de campesinos, indígenas, mestizos y afro-nicaragüenses del campo y la ciudad obligó a los trabajadores y jóvenes a organizarse bajo células revolucionarias que les permitieron unirse para enfrentar una lucha en común: la lucha contra la dictadura militar somocista y la clase explotadora del régimen burgués pro yanqui.
La historia de la liberación del municipio de Matagalpa es poco conocida por las y los nicaragüenses. Para hacer un acercamiento a los sucesos históricos, debemos mencionar que los pobladores de “La Perla del Septentrión” conocieron la represión, las bombas lacrimógenas, los vehículos blindados, los tanques Sherman M4 y los aviones de combate P-51 Mustang, justamente cuando los esbirros del pueblo llegaron a la ciudad de Matagalpa a sofocar la “Insurrección de los Muchachos”.
Dicha insurrección inició el 28 de agosto de 1978 con el asesinato, por parte de la Guardia Nacional, del joven Alberto Chavarría, caído en la Colonia El Mazo.
La sublevación espontánea duró una semana, teniendo como resultado el empantanamiento y el irrespeto total a la guardia somocista, que se vio obligada a acuartelarse por un lapso de cinco días, sin poder salir de su cuartel.
La acción fue instintiva por parte de las y los jóvenes matagalpinos de la Asociación de Estudiantes de Secundaria (AES), apoyados por distintos sectores populares y los guerrilleros del FSLN.
La Insurrección de los Muchachos desmoralizó a la genocida guardia, quienes se dieron cuenta de que no solo luchaban contra guerrilleros del Frente Sandinista, sino frente a jóvenes de secundaria entre 13 a 18 años de edad, quienes protestaban por los asesinatos impunes de los escuadrones de la muerte de la EEBI.
A raíz de dicha insurrección espontánea de los jóvenes matagalpinos, la persecución y represión de la Guardia Nacional aumentó en los siguientes meses hasta los primeros meses del año 1979, donde cada día aparecían cadáveres de jóvenes, guerrilleros y mujeres abusadas por la Guardia Nacional.
Ofensiva final en Matagalpa: se prepararon los muchachos en las montañas
Ante tantos atropellos al pueblo nicaragüense, los guerrilleros del movimiento revolucionario liderado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, desde las montañas, planificaban pacientemente el zarpazo final contra la Guardia Nacional en la ciudad de Matagalpa.
Para 1979, las tres tendencias guerrilleras firmaron un acuerdo de unidad político-militar y llamaron al pueblo a involucrarse en la lucha insurreccionada de la ofensiva final para combatir a la dictadura somocista. El pueblo organizado dirigió huelgas y paros indefinidos en todos los frentes de guerra popular que se desarrollaron en el país.
Siete columnas guerrilleras del FSLN, guiadas por los comandantes Bayardo Arce, Álvaro Baltodano, Javier Carrión, Héctor Flores, entre otros.
Dentro de los contrafuertes guerrilleros que participaron en la toma de la ciudad de Matagalpa, entre las columnas estaban: Frente Norte Carlos Fonseca, Brigada Santos López, Columna Crescencio Rosales, Columna Catalino Flores, Columna Héroes y Mártires de Veracruz, Columna Óscar Turcios y la Columna Prudencio Serrano.
Testimonios de combatientes históricos matagalpinos: Carlos Lazo y Mauricio Duarte
La ofensiva fue planificada por la Dirección del Frente Sandinista, donde las tres tendencias acordaron que la ofensiva final para derrocar la dictadura de Somoza sería en los primeros días del mes de junio hasta el 2 de julio de 1979, cuando se encontraría la última resistencia de parte de la derrotada guardia somocista.
El comienzo de la insurrección final comenzó en el barrio Palo Alto, casualmente el epicentro donde se desarrollaron las principales protestas en agosto de 1978.
Según los protagonistas, en el barrio Palo Alto la genocida Guardia Nacional acribilló al compañero Máximo Blandón, siendo una causa más para la rebelión popular contra la dinastía somocista.
De acuerdo con uno de los protagonistas de este hecho histórico en Matagalpa, el historiador local Carlos Lazo “Paco”, quien compartió su testimonio con el equipo de Barricada/Historia, relata:
“Desde el 5 de junio hasta el 2 de julio de 1979 se inició la Insurrección Final contra la dictadura militar somocista desde Matagalpa. […] La cadena de mando del Estado Mayor Regional para el Norte estaba bajo la dirección del comandante de la Revolución Bayardo Arce, Chepe León, Álvaro Baltodano “Pablo” y “Roberto”, que era Javier Carrión. Además, otros compañeros de suma importancia en la estructura de mando estaban desplegados en varios puntos de la ciudad: el Club Social, el barrio Progreso, la Calle Central o Calle de los Bancos, Guanuca, salida a Jinotega, Colegio San Luis, frente a Catedral y Joyería El Taziro, Calle Santa Ana, entre otros”.
Entre los revolucionarios más destacados tenemos a los combatientes Francisco Jarquín “Camilo” de León, Rommel Valenzuela de Estelí, Antolín Molina “Yalí”, Carlos Rojas, Óscar Danilo Vargas, Julio Pérez “Lucio”, Alfredo Lazo Valenzuela “Samuel”, Néstor López “Karawala”, Felipe Sáenz “Ramiro 14” y Sergio Cruz Olivas “Félix”, entre otros.
De acuerdo con el compañero Carlos Lazo, en su testimonio afirma que exactamente a las 4:30 de la tarde escuchó las consignas del FSLN: “¡Patria libre… o morir! ¡Patria libre… venceremos!”
“De pronto miro hacia la esquina de la Monchita Zamora y ¿cuál es mi susto? Que miro una docena de muchachos, con pañuelos rojo y negros, enmascarados y con gorra negra, con armas de cacería y otros calibres.
Así fue que se empezaron a escuchar algunas detonaciones poco a poco por toda la ciudad, pero estas ya no eran armas de cacería, sino armas más fuertes.
Poco a poco los guerrilleros fueron rodeando el cuartel de la guardia somocista, mientras los fuertes combates se desarrollaron en la zona de Guanuca, Club Social, la Colonia Rubén Darío, Palo Alto y en la salida a Jinotega. Durante la liberación de Matagalpa, afirma don Carlos, “cayeron compañeros valiosos, que le hicieron bajas al enemigo”.
Para la época, la Guardia Nacional tenía una ametralladora 60 que no permitía —dicen los combatientes— “ni sacar la nariz”; sin embargo, al anochecer la guerrilla sandinista le dio su merecido, rodeando y sitiando la ciudad. Esto impidió los refuerzos a la guardia somocista.
De esta manera, la guerrilla revolucionaria logró obstaculizar los refuerzos que venían de Waslala y precisamente los de Jinotega, de acuerdo con el historiador y protagonista don Carlos Lazo, reafirmando que ahí fue donde ya se empieza a sentir el clamor popular que era: “¡Patria libre o morir!”.
Destaca el compañero Carlos Lazo que los jóvenes que se integraron a las guerrillas eran muchachos humildes, crecidos en las esquinas, que luego se convirtieron en estudiantes y posteriormente en buenos guerrilleros.
Él, como obrero preocupado por el estudio, terminó combatiendo. “Este grupo de muchachos que se dio a la tarea de liberar Nicaragua desciende de Diriangén, de Benjamín Zeledón, de Rigoberto López Pérez y del general Augusto C. Sandino”.
Para el protagonista Mauricio Duarte, el objetivo que motivó al pueblo matagalpino a combatir hasta el final fue precisamente los abusos de poder, el autoritarismo, las masacres como la que sufrió la familia dueña del Hotel Soza. Además, los jóvenes y adultos de la época ya le habían perdido el miedo a la genocida Guardia Nacional.
Siendo la conciencia ideológica la que le permitiría al pueblo nicaragüense luchar hasta la última gota de sangre, hasta llegar a construir un nuevo Estado político no burgués, sino popular. Y eso no fue una tarea tan fácil que se diga, pero gracias al valor del pueblo revolucionario, quien luchó desde junio hasta llegar al 2 de julio y vencer a la genocida Guardia Nacional somocista.
Así fue que la Revolución Popular Sandinista se volvió el logro del siglo en Nicaragua.
Si analizamos bien las palabras del protagonista Mauricio Duarte, quien comenta:
“Para haber liberado la ciudad de Matagalpa ese 2 de julio, nosotros perdimos vidas importantes: cientos de jóvenes asesinados, adultos desaparecidos, guerrilleros torturados y niños afectados por los combates en las montañas y en las ciudades. Sin embargo, nuestra revolución fue el mayor hito histórico en toda América, porque somos un país pequeño, pero hemos demostrado que unidos somos más fuertes que un volcán”.
Mientras más iba avanzando la liberación de cada pueblo y municipio del país, las familias oligárquicas y burguesas cercanas a la dictadura empezaron a abandonar Nicaragua.
Muchos nicaragüenses huían de las atrocidades de la fuerza militar y el estado de sitio.
Después de la liberación de la ciudad de Matagalpa, pasarían días para que las columnas guerrilleras del FSLN liberaran el resto del país, hasta el triunfo de la Revolución Popular Sandinista.
En el proceso de lucha revolucionaria, y principalmente en la Insurrección Final en Matagalpa, se integró gran parte de la juventud, que conformó las fuerzas guerrilleras urbanas y rurales que triunfaron el 19 de julio de 1979.
Este hecho marcó un hito histórico en la vida de América Latina, como un proceso revolucionario que culminó con la toma del poder, algo que no se veía desde 1959 con el triunfo de la Revolución Cubana.
La lucha contra la dictadura militar somocista, represiva por naturaleza, provocó que todo un pueblo se volviera protagonista de su destino, de sus propias luchas, de la conquista de su libertad, organizados en todos los ámbitos, y que hicieran de esa gesta uno de los hechos más relevantes, asombrosos y fascinantes de toda la convulsa historia de Nicaragua.
Nota: Cabe mencionar que se citan algunos traidores que no merecen ser nombrados, pero son parte de la historia.