Mulukukú fue el lugar escogido para un campamento de entrenamiento militar, para defender la soberanía nacional y la Revolución Popular Sandinista ante la agresión del imperialismo norteamericano.

Mulukukú, ubicado a 48 km del municipio de Río Blanco y a 156 km de la ciudad de Matagalpa, a orillas del río Tuma, fue la retaguardia de nuestro BLI Sócrates Sandino. Ahí fue instalada para que desde ahí nos abastecieran de municiones, alimentos y otra logística. Nuestras zonas de operaciones militares para combatir a la contrarrevolución eran Zelaya Central y parte de Matagalpa (VI Región Militar), lugares como Lisawe, El Naranjo, Umbla, Silva, Pon Caya, Batitán, Achita, hasta la ribera del río Prizapolka, cerca de El Tortuguero.

Otra zona de operación: Cerro La Sirena, Banderita, Wasayamba, El Toro, Copalar, San Pedro del Norte, Las Delicias, hasta Bocana de Paiwas. También operábamos en la zona de San Andrés de Bosque, Cerro El Algodón, Cerro El Garrobo, Cerro Verde, Posolera, Zínica; todo, territorio del municipio de Waslala.

Nuestros abastecimientos eran a través de helicópteros. Ese medio de transporte servía también para evacuar a nuestros hermanos que caían combatiendo, a los hermanos heridos y para trasladarnos de un lugar a otro. Esa zona de operación era muy montañosa y selvática.

Emboscada de Oniwas – Recta de Mulukukú

El 20 de mayo de 1985 llegamos a Río Blanco al puesto de mando a tener unos días de descanso, después de venir de una misión de meses. Esos días comenzaron a llegar las visitas de nuestras madres. El mando superior había organizado ese encuentro por acercarse el Día de las Madrecitas Nicaragüenses, el 30 de mayo.

Del 20 de mayo hasta el domingo 26 de mayo estuvimos compartiendo con nuestras visitas. Ese día 26 se nos orienta que teníamos que partir en dirección a Mulukukú. Comenzamos a montarnos en los camiones todas las compañías. La caravana la encabezaba la II COI. El primer pelotón iba en exploración y era dirigido por el jefe de pelotón, Santo Lira Mejía. Al pasar por el puente de Wiliquito, uno de los camiones de la II COI se poncha y se detiene la caravana. El jefe de batallón, el capitán Luis López (Chaparro Frank), ordena al jefe de la I COI, el teniente Walter Benavides (Gato Vago), encabezar la caravana.

A continuación, tendremos el relato íntegro de uno de los sobrevivientes de esa fatal emboscada, nuestro hermano de lucha y miembro del primer pelotón de exploración de la I COI:

Félix Eugenio Rojas Ríos, nacido en Managua el 30/10/64:

Salimos de un operativo de gran envergadura donde muchos cachorros del BLI cayeron combatiendo. Llegamos a Río Blanco a refrescamiento y de paso íbamos a tener visitas de nuestras madres y familiares por acercarse el Día de las Madres Nicaragüenses. Entre 4 a 5 días.

El día 26 de mayo de 1985, mi madre (q.e.p.d.) partió de Río Blanco. Fui a dejarla a la Cotrans y luego me regresé al puesto de mando. Llegué, tomé mi mochila y me fui a la puerta de alambre, sin saber que íbamos a salir de regreso a operar. Pocos minutos después llegaron los «pata de hules» y fuimos en dirección a Mulukukú. Mi pelotón, como siempre, iba en exploración.

Llegamos a la entrada de Wasayamba. En mi pelotón andaba un chavalo de nombre José Domingo, que era de Wasayamba. En la entrada, había un familiar y él le gritó que le dijera a su mamá que andaba en ese batallón, prestando el servicio militar. Cuando encontrábamos niños sobre la carretera, el hermano Gabriel Gutiérrez les tiraba caramelos. Él encargó a su mamá que le llevara un balde y bastantes caramelos porque quería regalárselos a los niños que encontráramos sobre la marcha. Y así fue: les iba tirando caramelos.

Cuando pasamos el puente de Wiliquito, unos 500 metros adelante, José Domingo nos alerta que de un extremo a otro de la carretera se cruzó una persona. De inmediato se detuvo el camión y nos bajamos. Caminamos y avanzamos unos 500 metros en dos columnas a ambos lados de la carretera. Al no encontrar nada, nos volvimos a montar. Yo, en lo personal, volví a ver hacia atrás y vi al segundo camión sobre el puente, muy lejos de nosotros. Recorrimos entre dos y tres minutos ya en marcha cuando sentimos las primeras ráfagas de fusilería y ametralladora pesada M-79, el famoso «Mono», arma de apoyo de la contra.

Vi a todos los compañeros ya muertos arriba del camión. Me di cuenta que se me había caído el sombrero, pero nunca me tiré. Salí del camión cuando sentí un proyectil que pasó rozando mi hombro derecho. Ya abajo, me revisé y no estaba herido, pero sentía dolor. Como pude, atendí a varios hermanos heridos. Los retiré del camión por si explotaba, ya que era un ZIL que usaba gasolina. Ya teníamos experiencia sobre eso.

Me retiré de los heridos y me dispuse a explorar si había enemigo al lado donde estaba. Recuerdo que disparé dos ráfagas con mi AKA y no hubo respuesta. Me regresé y vi al Negro Petrochely, que estaba al frente del camión, volando verga. Ya estaba herido. Un contra le dijo al otro: “¡Matá a ese hijueputa!”. En medio del tiroteo le grité: “¡Negro, quitate de ahí que te están blanqueando!”. Me respondió como él hablaba: “¡Pero si no pegan estos hijueputas!”. Varias veces le grité. Me quedé ahí porque no quería que los contra quemaran el camión: ese era su objetivo.

Luego me subí a una de las llantas traseras para sacar una mochila y conseguir más municiones, pero fue difícil. Me vieron y me bajaron a verga. Me quedé boca arriba, al frente de la llanta. Me saqué mis dos granadas a la espera de ellos, porque vivo no me iban a agarrar. En esos momentos, se levantó un compañero entre los muertos. Le grité que no se levantara, pero no me escuchó. Estaba aturdido y ya herido. Solo vi cuando lo perforaron con una ráfaga. Cayó y no se levantó más. No recuerdo su nombre. Lo acababan de llevar al pelotón de exploración.

Segundos después escuché una explosión de RPG-7. Era el segundo pelotón de Luis Roda (Cuchillo). En esos momentos los perros salieron en desbandada, pero la desgracia ya la habían hecho. Llegó el Dr. Mario Zapata Andino y me preguntó: “¿Cómo estás?”. Le respondí, con lágrimas en los ojos: “Bien, pero mis compañeros no… La mayoría muertos y heridos”.

Danilo Caldera, conductor del camión, estaba debajo del vehículo. Estaba herido en el abdomen. A los pocos minutos murió. Escuchamos un ronquido. Nos subimos al camión y era José Gaitán, conocido como “Chepito”, del municipio de Tisma. Cayó detrás de la cabina, entre la llanta de repuesto y la caja de herramientas. Cayó de cabeza, con el rostro desfigurado.

Luego llevamos a Mulukukú a Lino Cárdenas (Guana Castillo, Masaya) y Roberto Otero, ambos heridos en el abdomen. Cuando llegamos, ya agonizaban. Palabras que nunca olvidaré: “No me dejen morir”. A los pocos minutos llegó el camión con los compañeros muertos.

Honor y gloria a nuestros hermanos que ofrendaron lo mejor de ellos (la vida):
José Gaitán (Chepito), Gabriel Gutiérrez (Hermano Gabriel), Pablo Vílchez (Pablo Inca), Rafael Barrilla, Lino Cárdenas, Luis Arlen Mena Sotelo, José Domingo (Wasayamba), Manuel Salazar (El Pelón), Roberto Otero, Danilo Caldera (TYT). Me faltan dos compañeros cuyos nombres no recuerdo.

Heridos: Mateo González (q.e.p.d.), Orlando Robles (El Zurdo), Mitchell Dambu Espadafora (Petrochely), Juan Madriz (q.e.p.d.), Mauricio Paredes (Motorcito), Ricardo Canelo, Vidal Gaitán, Roger Matute, Miguel Ángel Cienfuegos, Julián (Arroz de Leche), José Andrés Nicaragua, Manuel Méndez, Guillermo Gaitán y su servidor Félix Rojas Ríos. Sobrevivientes. ¡Siempre plomo!

Gracias hermano Félix por tu aporte a la historia de nuestro legendario BLI Sócrates Sandino, hechos de jóvenes guerreros y cachorros combativos de toda nuestra Nicaragua. También es importante recordar que, simultáneamente a esa fatal emboscada, fue emboscado un camión IFA con un pelotón de la brigada de Matiguás que venía de Mulukukú. Murieron 17 hermanos combatientes, entre ellos un instructor cubano. Esa dolorosa emboscada dejó como saldo 29 hermanos muertos: 12 de nuestro BLI Sócrates Sandino y 17 hermanos de la brigada de Matiguás.

Honor y gloria a nuestros Héroes y Mártires… Por esos muertos… nuestros muertos… juramos defender la victoria.

Félix Rojas Ríos, sobreviviente, fundador I COI

Godofredo Membreño Sevilla, fundador II COI