La primera ocupación militar de EE.UU. en Nicaragua

Una intervención que marcó el inicio del dominio estadounidense sobre la política nicaragüense durante más de dos décadas. Un 20 de mayo de 1910, se produjo el desembarco de tropas estadounidenses en Nicaragua, marcando una de las múltiples intervenciones militares de Estados Unidos en el país durante el siglo XX.

Contexto político previo

A finales del siglo XIX e inicios del XX, Nicaragua atravesaba una constante inestabilidad política, con enfrentamientos entre liberales y conservadores. En 1909, el presidente José Santos Zelaya —de tendencia liberal y con fuertes aspiraciones nacionalistas— intentó modernizar el país y negociar la construcción de un canal interoceánico con potencias rivales de EE.UU., como Alemania y Japón, lo que incomodó profundamente a Washington.

Para entonces, Estados Unidos impulsaba la «Diplomacia del Dólar», una política exterior destinada a proteger sus intereses económicos y estratégicos en América Central y el Caribe. Entre estos intereses destacaban el eventual control de una ruta canalera (que se consolidaría en Panamá) y la protección de inversiones de empresas estadounidenses de banano y café.

El derrocamiento de Zelaya

En diciembre de 1909, tras una serie de conflictos armados internos y presiones diplomáticas de Estados Unidos, Zelaya renunció a la presidencia y se exilió. Lo sucedió José Madriz, pero los levantamientos continuaron.

El 20 de mayo de 1910, en medio del caos político y militar, el gobierno estadounidense ordenó el desembarco de marines en Bluefields, en la costa atlántica, con el pretexto de proteger los intereses de sus ciudadanos y salvaguardar propiedades en riesgo.

Poco después, las fuerzas estadounidenses tomaron control de puntos estratégicos y respaldaron a las facciones conservadoras afines a Washington.

La intervención facilitó el ascenso de Adolfo Díaz, político conservador y exempleado de la Nicaraguan Mining Company, a la presidencia en 1911.

Estados Unidos mantuvo una presencia militar casi ininterrumpida en Nicaragua hasta 1933, interviniendo directamente en los asuntos internos y respaldando gobiernos favorables a sus intereses.

Esta intervención fue el preludio de la ocupación más prolongada entre 1927 y 1933, que provocó la insurgencia liderada por Augusto C. Sandino.

La intervención de 1910 representa uno de los primeros casos de injerencia directa de Estados Unidos en Nicaragua y dejó un legado significativo:

Subordinación de los gobiernos conservadores a los intereses de Washington y la pérdida de soberanía nacional durante más de dos décadas.

Ademas, el surgimiento de movimientos nacionalistas y antimperialistas, que décadas después desembocarían en la lucha de Sandino y, finalmente, en la Revolución Popular Sandinista.