En conmemoración del centenario de la gesta de Benjamín F. Zeledón, la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua y el Departamento de Historia de la UNAN-Managua organizamos un seminario sobre dicha gesta.
El evento se llevó a cabo en el Auditorio de la Biblioteca Roberto Íncer Barquero del BCN los días martes 28, miércoles 29 y jueves 30 de agosto de 2012, teniendo tres objetivos: 1. Realizar un ejercicio de memoria compartida —a partir de investigaciones académicas— de la «Guerra de Mena». 2. Analizar el contexto sociohistórico y político en el cual actuaron los generales Luis Mena (1865-1928) y Benjamín Zeledón (1879-1912), uno conservador y el otro liberal, pero unidos en el “Ejército Aliado”, como se bautizó la improvisada fuerza conjunta que encabezaron en contra de la oligarquía conservadora inicialmente y de la intervención militar norteamericana después. 3. Abordar los hechos político-militares de 1912 desde otras perspectivas y recurriendo a nuevas fuentes documentales.
De acuerdo con el programa, el vicepresidente de la Academia, licenciado Aldo Díaz Lacayo, puntualizó que a principios del siglo XX Estados Unidos ejerció su política de dominación en la cuenca del Caribe anulando en 1900 la independencia de Cuba con la Enmienda Platt y raptándose en 1903 la zona del Canal de Panamá, entre otros acontecimientos. Y que en 1912 esa política convirtió a Nicaragua, de hecho, en un protectorado distinto, pero protectorado al fin.
Díaz Lacayo sostuvo que prácticamente la guerra de Mena no existió, sino que fue la circunstancia que aprovecharon los liberales para levantarse a nivel nacional y resistir a la política interventora, planteando doctrinariamente objetivos reivindicadores. Como se sabe, fracasaron en su empeño, no obstante ser sujetos de la solidaridad latinoamericana. Además de Zeledón y su programa antintervencionista, destacó a Leonardo Argüello como ideólogo de la resistencia en León.
La magister Frances Kinloch Tijerino inició la Mesa 1 de exposiciones señalando la sustitución de Inglaterra por los Estados Unidos como potencia hegemónica en la región primero y a nivel mundial después. A continuación, especificó que la revuelta libero-conservadora (octubre, 1909-agosto, 1910) no era sino una contrarrevolución que negaba la revolución liberal y su proceso de desarrollo nacional. Por tanto, sus líderes triunfantes en los hechos de 1912 comenzaron a implementar una fase de recesión y un periodo de “estabilidad inestable” —valga la redundancia— que duraría hasta la emergencia de Anastasio Somoza García, quien garantizaba el dominio norteamericano.
Por su parte, el poeta Julio Valle-Castillo evocó el impacto que tuvo en su familia el desenlace de la resistencia de Zeledón en Masaya, que según él fue “la guerra de Masaya” más que “la guerra de Mena”. Además, recordó acciones básicas del proceso histórico de 1909 a 1912 y, recurriendo a la tradición oral, refirió detalles de la muerte de Zeledón, quien no iba huyendo hacia Masatepe, sino que su objetivo era reanudar la lucha.
Las dos siguientes exposiciones de la Mesa 1 tuvieron lugar el miércoles 29. En la primera, o tercera realmente, el ingeniero Francisco Gutiérrez Barreto condenó las versiones parciales y elitistas de la historiografía conservadora, encabezada por Carlos Cuadra Pasos (1879-1964). Gutiérrez Barreto hizo también una reseña de los mismos, basado en los testimonios de sus familiares que combatieron tanto en León como en Masaya contra el gobierno de Adolfo Díaz.
En la exposición subsiguiente, Jorge Eduardo Arellano especificó la violencia y el terror desatados por el menismo en Granada durante los meses de agosto y septiembre de 1912, explicando que se trataba de un asalto revolucionario al orden social jerárquico y que sus responsables eran nuevos ricos despreciados por la “aristocracia de sangre”, conservadores menistas, liberales y artesanos que actuaban por cuenta propia. Al mismo tiempo, expuse la extracción social y las carreras militares de los protagonistas Luis Mena y Benjamín F. Zeledón para concluir que “el tal Buttler” —esto es, el mayor Smedley D. Butler, jefe de las operaciones del ejército interventor— ha sido el militar de los Estados Unidos más condecorado en la historia de esa potencia. Aquí vino de 31 años.
La Mesa 2 de exposiciones constó de tres. El profesor de la UNAN-Managua, José Reyes Monterrey, partió de la diplomacia del dólar como antecedente de la Guerra de Mena. Aparte de recomendar dos obras (La restauración conservadora y la gesta de Benjamín Zeledón, de Gregorio Selser; y La Pax Americana: 1910-1928 de Jorge Eduardo Arellano), Reyes Monterrey recalcó que el “Corolario Roosevelt” de la Doctrina Monroe tuvo de objetivo prohibir la incidencia de los capitales europeos en las economías del continente americano. En esa dirección, EE.UU. se convertía en “gendarme del capitalismo” y así lo demostró en Nicaragua con los Pactos Dawson de octubre, 1910.
Por su lado, el licenciado Rafael Casanova Fuertes recordó que la historia la escriben los vencedores. Por eso la «Guerra de Mena» no es suficientemente conocida y el propio Mena había sido satanizado por los conservadores y considerado traidor por los liberales. Para Casanova Fuertes, el general Luis Mena significó una alternativa política a la oligarquía conservadora, pero actuó con demasiada impaciencia, siendo neutralizado por las fuerzas interventoras y obligado a negociar su vida a cambio de su rendición y traslado a Panamá.
Finalmente, el profesor Róger Norori, desconociendo las dotes militares de Zeledón, consideró las limitaciones humanas del mismo, sin dejar de reconocer que en sus últimas decisiones sobrepasó dichas limitaciones, llegando a trascender como héroe.