
El 29 de septiembre conmemoramos el tránsito a la inmortalidad del General Juan Gregorio Colindres, destacado jefe militar que recibió el apodo de “El Gato” Colindres por su destreza en la montaña. Su agilidad, tanto física como mental, hacía imposible a los yanquis capturarlo. Estuvo entre los primeros que se unieron al General de Hombres y Mujeres Libres en la gesta libertaria que hizo frente a la traición libero-conservadora y la invasión de los marines estadounidenses.
De la Revolución Liberal de Zelaya a “El Lomazo”
Los conservadores se habían mantenido en el poder desde 1858 hasta 1893, cuando estalló la revolución liberal de José Santos Zelaya. Ese mismo año, el General Zelaya proclamó “la Libérrima”, constitución diseñada a la medida de sus planteamientos liberales, defenestrando así 35 años de gobierno conservador.
En 1890, en los albores de estas transformaciones, nació Juan Gregorio Colindres, originario del pueblo de Murra. Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento y mayores detalles de su niñez y juventud. Junto a otros de su generación, fue testigo del derrocamiento de Zelaya en 1909, el ascenso de los conservadores Adolfo Díaz y Emiliano Chamorro con el respaldo de las fuerzas de intervención estadounidenses, y la inmolación del heroico General Benjamín Zeledón en 1912.
En enero de 1925, asumió la presidencia el conservador Carlos Solórzano y la vicepresidencia el liberal Juan Bautista Sacasa. Contrariado por sufrir la derrota electoral, Emiliano Chamorro comenzó a fraguar una conspiración en octubre de 1925 que llegó a su cúspide con el golpe de estado conocido como “El Lomazo” en enero de 1926. El gobierno estadounidense desconoció la presidencia de Chamorro, y este delegó el poder en Adolfo Díaz tras un gobierno interino, su viejo aliado en el levantamiento conservador contra Zelaya. En respuesta, Sacasa se proclamó presidente en noviembre de 1926, iniciando la Guerra Constitucionalista.
De la Guerra Constitucionalista a la Guerra de Liberación
En este contexto histórico, Juan Gregorio Colindres se encontraba trabajando en las minas de San Albino, donde conoció al General Sandino y se unió a su causa patriótica. En la entrevista realizada por José Román al General Sandino, este relata que, en noviembre de 1926, Colindres lo acompañó en su viaje Puerto Cabezas para conseguir armamento: “Con mi ayudante, ahora Coronel Juan Gregorio Colindres, bajábamos el río Coco en un pipante manejado por indios mísquitos. Llegamos a Ciudad El Cabo después de doce días de navegación, río abajo. De allí nos fuimos a Puerto Cabezas y nueve días después me presenté ante 1el Dr. Sacasa pidiéndole armas”. En la misma entrevista, describe a Colindres “de estructura atlética, mediana estatura, color blanco, barba rasurada, modales suaves y muy buen amigo. Trabajaba en las minas de San Albino cuando se vino conmigo.”
Tras el oneroso pacto firmado por liberales y conservadores en el Espino Negro de Tipitapa, el 4 de mayo de 1927, el “Gato” Colindres se sumó a la columna de “Los Montañeses”, 29 hombres liderados por el General Sandino, convirtiendo la Guerra Constitucionalista en una Guerra de Liberación frente a la invasión de los marines estadounidenses.
La experiencia adquirida en la transición de la guerra convencional a la guerra de guerrillas inaugurada por las tropas sandinistas lo convirtió en un combatiente audaz en la táctica y sabio en lo estratégico. Sus proezas le ganaron el mérito de pasar de ser Capitán, a Coronel, hasta llegar a convertirse en General, comandando la Columna 4 que controlaba las zonas de Somoto, Ocotal, Quilalí y El Jícaro.
Se destacó desde las primeras batallas frente al rubio invasor, entre ellas, el asalto a Ocotal el 16 de julio de 1927. Ante la nota insolente de los marines instando a General Sandino a rendirse, este respondió convocando a los campesinos de la vecindad, invitándolos a sumarse a sus filas. Ochocientos valientes patriotas, de los cuales solo 70 tenían instrucción militar, se mostraron prestos a combatir al agresor norteamericano. En la Plaza les esperaban cuatrocientos soldados invasores y doscientos vende patrias a su servicio. El asalto empezó al amanecer del 16, y una vez que las ametralladoras sandinistas abrieron paso hasta tomar la plaza por la mañana, el Capitán “Gato” Colindres fue testigo de la cobardía del yanqui, cuando constató que “los caídos en las filas enemigas eran todos compatriotas, y que las fuerzas norteamericanas se habían replegado, manteniéndose en una posición abrigada dentro del perímetro de la ciudad, en una manzana que fue prontamente sitiada”, según relata el General Sandino.
Fundador del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua
Para septiembre de 1927, las fuerzas del General Sandino habían crecido considerablemente, conllevando a la fundación del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, cobijado con el estandarte Rojinegro y combatiendo con la divisa de “Patria y Libertad”. Colindres estuvo entre los firmantes de la “Pauta de la Organización de las Fuerzas Defensoras del Derecho Nacional de Nicaragua” el 2 de septiembre de 1927.
Era evidente el grado de confianza que le guardaba el General Sandino a Colindres, al hacerle portador de las misivas que intercambiaba con el escritor y periodista hondureño Froylán Turcios, quien por muchos años fue vocero de la Causa Sandinista en el exterior del país. En una carta con fecha del 24 de septiembre de 1927, el General Sandino se refirió a Colindres de la siguiente manera:
“Al señor Juan G. Colindres, enviado especial que lleva correspondencia particular para Ud., tengo el honor de presentárselo a fin de que sea identificado personalmente por Ud. y que cambie impresiones con él, según las instrucciones que dicho enviado lleva. No dudo que como conocedor que es Ud. de las personas humildes, sabrá apreciar la abnegación de dicho señor al desempeñar tan delicada misió2n. Puede permanecer dicho señor en ésa, el tiempo que estime Ud. conveniente.”
De Coronel a General, un guerrillero excepcional
Continuando con las jornadas guerrilleras de Juan Gregorio Colindres, en un Parte de Guerra suscrito el 2 de noviembre de 1927, el General Sandino relata que las tropas del Ejército Defensor llevaban días siguiendo a corta distancia a los yanquis y traidores por la serranía, quienes acamparon desde el 26 al 30 de octubre. Este tiempo había permitido a las tropas sandinistas prepararse para atacarlos y aniquilarlos por completo, esperando solamente tener el terreno y la oportunidad propicios para batirlos.
Las fuerzas sandinistas estaban suficientemente organizadas y mejor preparadas para el combate, y los invasores tuvieron informe de que sufrirían el mayor desastre si ocupaban Quilalí, por lo que los rubios y sus lacayos contramarcharon con rumbo a Ciudad Sandino (antes El Jícaro), caminando día y noche para alejarse de la zona que consideraban peligrosa.
Cuando se dirigían a Ciudad Sandino (El Jícaro), los coroneles Juan Gregorio Colindres y Simón González, junto al mayor Marcial Salas, hicieron una marcha forzada para salir al encuentro de un efectivo de cuatrocientos cincuenta traidores e invasores, a fin de obligarlos a pelear. Los castigaron sin tregua en el punto denominado La Conchita.
Aunado a las hazañas de Colindres combatiendo victoriosamente al enemigo, el General Sandino relata: “el 25 de noviembre de 1927, el Coronel Juan Gregorio Colindres persiguió tenazmente al enemigo con su caballería, en el valle de El Bálsamo, logrando tirotearlo y haciéndole nueve muertos, correteándolo en un radio de cuarenta y cuatro kilómetros, hasta acorralarlo en el pueblo de Telpaneca, donde creemos poder derrotarlo, pues estamos resueltos a no pedir ni dar cuartel.”
El primero de 1928 se recibieron informes de que los yanquis se aproximaban en número de trescientos por el camino de Telpaneca, con orden de cooperar con el combate general de El Chipote.
El General Sandino ordenó a los coroneles Estrada y Colindres que salieran con sus caballerías a cortar el avance del enemigo, persiguiéndolo hasta exterminarlo. Las fuerzas al mando de Colindres y Estrada intensificaron sus acciones al punto que, para la 1 de la tarde de ese mismo primero de enero, lograron tomar posiciones en el mismo lugar de Las Cruces, Quilalí, donde habían sido derrotados los invasores dos meses antes, “esperándoles con toda resolución”.
Las armas libertarias de los guerrilleros liderados por Colindres y Estrada se cubrieron de inmarcesibles glorias. Sobre esta victoria militar, el General Sandino relata: “Quince minutos después, dejamos avanzar toda la columna punitiva, embotellándola y obligándola a pelear cuerpo a cuerpo, y en tres horas de fuego de fusilería y bombas de mano, quedó diezmada y luego fue destruida, casi en su totalidad, a machete. Esto horrorizó a los piratas sobrevivientes, obligándolos a huir de manera vergonzosa, dejando en el campo noventa y siete muertos y sesenta heridos; entre aquéllos los dos jefes principales, los que fueron identificados por los documentos que se les recogieron, así como se les tomaron los planes de combate y claves que empleaban con los aviadores. El botín avanzado fue de gran consideración: seis máquinas Lewis, tres máquinas Thompson, dos rifles Lewis automáticos, cuarenta y seis rifles Lewis y dieciséis muías cargadas con parque de varios calibres, así como gran cantidad de provisiones.”
El 20 de enero de 1928, el General Sandino ordenó reforzar las tropas de Colindres en San Pedro, Nueva Segovia, con el fin de que, al oír tres bombas de aviso, se pusieran en marcha a Santa Rosa. Santa Rosa era un retén que permitía emboscar a los marines antes de que estos pudiesen llegar a El Chipote. Sin embargo, también era un punto que permitiría a los aviones invasores descubrir las fuerzas sandinistas. En caso de que los marines cayeran en la emboscada, Colindres y los suyos tendrían oportunidad de la retaguardia.
La preparación consistió en dejar montado el dispositivo de espionaje, instalando bombas que alertarían a las tropas de Colindres. A la vez, se puso en práctica la táctica de ubicar unos muñecos medio escondidos en el bosque, para que en el caso que los yanquis bajaran por ahí, hicieran disparos, vendiendo su posición.
Entre febrero y marzo de 1928, el periodista estadounidense Carleton Beals fue enviado por The Nation para entrevistar a Sandino. Con respecto al sistema de espionaje de las fuerzas libertadoras, Beals relata que, al acercarse a Jinotega, “el coronel Colindres ordenó a dos soldados que se quitaran sus divisas rojinegras y sus polainas, las envolvieran y se dirigieran a la ciudad de Jinotega para saber lo que estaban haciendo los marines…» No había nada que pudiera identificarlos como soldados de Sandino. En cambio, cualquier hombre extraño tiene que justificar su presencia en el campamento de Sandino.”
En su Manifiesto del 28 de Julio de 1931, el General Sandino ya se refería a su hermano de lucha como “General” Colindres, quien seguía amasando proezas en la lucha contra los piratas yanquis. El 14 de noviembre de ese mismo año, atacó al pueblo de El Jicaral, León; junto al General Juan Pablo Umanzor, tomaron la ciudad de Chichigalpa el 22 de noviembre; continuaron la lucha en Santa Isabel, León, los días 26 y 27 de noviembre; y combatieron en el Valle de Las Zapatas el 29 de noviembre de 1931, entre otros enfrentamientos.
El 11 de abril de 1932, el General Colindres recibió una ametralladora Browning y dos ametralladoras Thompson con sus correspondientes piezas, al igual que bombas de mano y parque de rifle Springfield, como parte del equipamiento de Antonio García, Balbino Hoyos y Antonio Cornejo, tres artilleros del destacamento enemigo en Quilalí que se pasaron a las filas del Ejército Defensor.
El 21 del mismo mes, fuerzas al mando de los generales Juan G. Colindres, Carlos Salgado P. y del capitán Heriberto Reyes, dieron combate por tres horas y derrotaron al enemigo en La Puerta, Departamento de Ocotal, con un saldo de dos yanquis y doce traidores caídos, sin bajas para el Ejército Defensor. Esta victoria permitió adquirir una ametralladora Browning, cinco rifles Springfield y todas las armas con abundantes pertrechos.
A las 4 p. m. del mismo día, los jefes antes mencionados (Salgado, Colindres y Reyes) “tuvieron otro fuerte encuentro con el refuerzo enemigo en el lugar denominado Los Leones, que duró hasta que cerró la noche. Al explorar el campo se encontraron muertos cinco perros traidores y tres oficiales 3yanquis. El botín fue: doce rifles Springfield, tres pistolas calibre 45, una lanzabombas con seis granadas y muchos documentos importantes para la historia de Nicaragua.”
El primero de mayo, “el general Colindres atacó al enemigo en el lugar denominado Los Bellorín. El combate duró tres horas, dejando el enemigo en el campo treinta y seis muertos y una carga conteniendo catorce chamarras de lana, tres capotes, dos vestidos, un par de zapatos y una tienda de campaña”, refiere el General Sandino en el documento “Boletín de noticias del Ejército Defensor sobre operaciones en el mes de abril”, suscrito con fecha del 18 de mayo de 1932.
En una misiva al Teniente Faustino González, datada del 23 de junio de 1931, el General Colindres manifiesta:
“La situación de nuestra causa en esta época es envidiable, es decir que muchos de nuestros enemigos quisieran encontrarse ocupando el lugar del último de nuestros soldados; -Paulatinamente están reconociendo la imposibilidad de vencer a nuestro triunfante ejércit4o y por otra parte, los que hoy están contra nosotros están hablando sin ninguna esperanza, la única recompensa que tendrán será la de ser decapitados en cualquier momento, pues ni de sus mismos amos a quien ellos veneran, tienen garantías y el estigma del Traidor los denunciara ante nuestro ejército. Así pues, tanto Ud., como los vecinos de esa aldea deben tener paciencia y fe en el triunfo de nuestra causa.”
El periodista nicaragüense José Román llegó a San Rafael el 22 de febrero 1933, y partió el 16 de marzo de ese mismo año.
La primera gran derrota del imperialismo yanqui
Las columnas libertadoras continuaron avanzando sobre el territorio ocupado por los efectivos de la marinería norteamericana. El hostigamiento del Ejército Defensor sobre las posiciones del invasor y los traidores y el desgaste que les ocasionaba obligó a los marines a abandonar el territorio de Nicaragua en enero de 1933. Esto significaría la primera gran derrota que sufriría el ejército estadounidense como ocupador tanto en Latinoamérica como en el resto del mundo, y se reeditaría con su derrota ante del pueblo de Vietnam en abril de 1975. A la vez, se cumplía la principal garantía del proceso de paz: la salida del ejército de intervención, para poder iniciar el diálogo entre nacionales, como lo propuso el General Sandino.
En febrero de 1934, el General Sandino realizó su último viaje a Managua. La Guardia Nacional, fuerza militar inconstitucional por su subordinación al ejército de Estados Unidos, no dejaba de asediar los campamentos sandinistas, con especial saña contra las cooperativas que comenzaban a organizarse como propuesta económica del sandinismo, y que ponía en peligro los intereses del capitalismo como sistema en territorio nicaragüense.
En este viaje, el General Sandino registró oficialmente ante las autoridades de Managua la primera cooperativa de Nicaragua, la Cooperativa de Güigüilí o Wiwilí, ubicada en el Río Coco, el 19 de febrero de 1934. Dos días después, se reunió con el presidente Juan Bautista Sacasa y Anastasio Somoza García, jefe de la genocida Guardia Nacional, exigiendo las garantías necesarias para que sus soldados pudiesen integrarse a la vida civil pacíficamente en un nuevo régimen de cooperativas, sin asedio de la Guardia.
La noche del 21 de febrero de 1934, fue capturado y asesinado a traición por órdenes de Somoza en contubernio con el embajador estadounidense en Nicaragua, Arthur Bliss Lane. La persecución no se hizo esperar. Somoza mandó a encarcelar, torturar y asesinar a todo aquel que hubiese estado organizado tanto en el Ejército Defensor como en las nacientes Cooperativas de campesinos y obreros, es decir, todo lo que significara Sandinismo.
La Lucha Sigue
El General Juan Gregorio Colindres se vio obligado a refugiarse en la montaña en el norte de Nicaragua. De ahí, viajó por Honduras y El Salvador, buscando apoyo para continuar la lucha por la libertad de Nicaragua. En 1948, logró establecer contacto con los presidentes de Costa Rica y Guatemala, quienes le brindarían apoyo para un levantamiento contra el dictador Anastasio Somoza García. El General Colindres se dio a la tarea de organizar un movimiento guerrillero con aproximadamente 200 combatientes, para enfrentarse a la dictadura militar somocista. Comprometido siempre con el sueño de ver nuestra patria liberada del yugo imperialista, encarnado en el oprobio somocista, el General Colindres transita a la inmortalidad el 29 de septiembre de 1948, enfrentando a la Guardia somocista, en el sector de la Paz, en su tierra natal de Murra, Nueva Segovia. El Canciller Denis Moncada Colindres, nieto del General Juan Gregorio Colindres, hace referencia a este hecho: “el General Juan Gregorio Colindres muere en un combate, un Oficial de la Guardia Nacional que jefea una escuadra por Murra, habían quedado los grupos guerrilleros que se mueven entre Honduras y Nicaragua, entre ellos estaba el General Juan Gregorio Colindres, y un Oficial de apellido Patterson que comanda una Unidad los embosca mientras ellos se mueven de Murra, el lugar de La Paz, ya buscando la frontera con Honduras, y allí cae mi abuelo el General Juan Gregorio Colindres en 1948.”
El “Gato” Colindres, gigante ante la historia
Su ejemplo como destacado general pervive en los herederos del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua. En 1985, en la defensa ante la agresión contrarrevolucionaria financiada por el gobierno estadounidense, el Ejército Popular Sandinista conformó el Batallón de Lucha Irregular (BLI) “Juan Gregorio Colindres”, integrado por miembros del Servicio Militar Patriótico, con una alta capacidad y poder de fuego. Este BLI fue destinado a operar en la 5ta Región Militar, que comprendía los departamentos de Boaco, Chontales y Río San Juan.
El 16 de diciembre de 2013, el General de Ejército Julio César Avilés Castillo instituyó nombrar oficialmente al Batallón de Infantería Mecanizada “General Juan Gregorio Colindres”, de la Brigada de Infantería Mecanizada “General Augusto C. Sandino”, en homenaje a la lealtad y compromiso del General Colindres con la patria.
El nombre del General Colindres sigue resonando en todo el territorio nacional, con especial ahínco en el norte de nuestro país. En la Comunidad la Danta, norte de Somotillo, un cerro donde acampó y desde donde asestaba duros golpes a las tropas invasoras, lleva por nombre Cerro Colindres, en su honor. Los caminos que recorrió el “Gato” Colindres, se han vuelto amplias carreteras donde el campesino nutre la patria con los frutos de su arduo trabajo. La Revolución trajo la electrificación a las comunidades segovianas como Murra, deponiendo la necesidad del atávico candil; se han construido casas maternas y centros de salud que atienden a las mujeres embarazadas, recién nacidos y personas con enfermedades, mejorando su calidad de vida y reduciendo las tasas de mortalidad neonatal, materna y por enfermedades que se pueden prevenir; se han remodelado y construido nuevos centros escolares donde la niñez aprende a amar su patria y a su pueblo.