Nació en El Sauce, León en 1893. Fue la primera mujer médica de Nicaragua, dueña de una personalidad multivalente y multifacética. Desde su adolescencia fue un símbolo de protesta contra las atrasadas condiciones sociales y políticas de su tiempo. Pasó medio siglo en el exilio por razones políticas y regresó al país solo hasta que la Revolución Sandinista venció a la dictadura. La vida de Concepción Palacios Herrera fue brillante, pero también marcada por sacrificios.

Sus padres, Pío Palacios, aserrador, y Baltazara Herrera, partera y curandera, tenían siete hijos y pocos recursos. A pesar de ser una estudiante destacada, solo logró cursar hasta sexto grado.

Decidida a continuar, escribió una carta al Ministro de Educación Pública pidiendo una beca. La obtuvo y fue admitida en la Escuela Normal de Señoritas de Managua, donde conoció a Josefa Toledo de Aguerri. Fue expulsada por negarse a participar en la comunión obligatoria. Con ayuda de Toledo de Aguerri logró concluir sus estudios.

El sueño de ser médica

En un tiempo en que la medicina era un campo exclusivamente masculino, Conchita ingresó a la Escuela de Medicina de la UNAN como la única mujer estudiante. Gracias a la intervención de Gabriela Mistral, obtuvo una beca completa en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 1927 se graduó como médica cirujana y en 1928 recibió oficialmente su diploma, convirtiéndose en la primera doctora de Centroamérica.

Exilio, persecución y trabajo internacional

Ese mismo año regresó a Nicaragua y se involucró en actividades políticas, apoyando la lucha del Gral. Augusto C. Sandino contra la ocupación estadounidense. Su compromiso le costó la cárcel y nuevamente el exilio.

Volvió a México y luego se trasladó a Estados Unidos, donde ejerció como cirujana y obstetra. Posteriormente viajó a Europa, donde realizó trabajo voluntario en el contexto del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial (1939–1945).

A lo largo de su vida se relacionó con figuras como Lázaro Cárdenas, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, David Alfaro Siqueiros, Salvador Allende y Ernesto Che Guevara. Su lucha contra la dictadura somocista la convirtió en una referente política.

El regreso que tardó medio siglo

Intentó volver a Nicaragua en varias ocasiones, pero la dictadura de Somoza García y Somoza Debayle le negó la entrada. No logró regresar hasta finales de 1979, tras el triunfo de la Revolución Popular Sandinista.

En 1980, la UNAN le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Sin embargo, su retorno fue breve: Concepción Palacios falleció el 2 de mayo de 1981 debido a una leucemia.

“Muere Conchita, una sandinista de corazón”, tituló un medio escrito el 3 de mayo de 1982, cuando sus restos fueron trasladados a El Sauce para ser enterrados junto a sus padres, cumpliendo su voluntad.

Su legado

Conchita Palacios pagó con 50 años de exilio su ideología política. En septiembre de 1982, el Gobierno inauguró en Managua el Complejo de Salud Central de Nicaragua con su nombre, hoy conocido popularmente como “El Conchita”.

La doctora Concepción “Conchita” Palacios Herrera permanece como un símbolo de lucha revolucionaria, conocimiento y resistencia ante las condiciones sociales y políticas que marcaron su tiempo.