El Comandante Carlos Fonseca, padre de la Revolución Sandinista, legó un pensamiento profundo que atraviesa la historia de Nicaragua. A través de sus escritos y palabras, plasmó ideas sobre la lucha armada, la unidad del pueblo, la fuerza de la juventud y el amor a la patria. Esta recopilación reúne frases de distintos momentos de su vida revolucionaria, mostrando la claridad, la ética y la visión estratégica que inspiraron la transformación del país desde la fuerza revolucionaria bautizada como FSLN.
“Carlos Tayacán: Somos Todos”, porque en su voz y su ejemplo vive la esperanza colectiva de un pueblo que sigue luchando por una patria libre y digna.

La lucha armada y la estrategia revolucionaria

  1. La insurrección popular armada es la médula de la lucha contra la dictadura. La lucha, de acuerdo con las circunstancias geográficas de nuestro país y de la gran fuerza material del ejército de la dictadura, tendrá que ser de tipo guerrillero, tipo que tantas victorias produjo al glorioso General Augusto César Sandino, cuando combatía en Las Segovias contra la infantería de marina de Estados Unidos de Norteamérica. La lucha sandinista en definitiva demostró que nuestro pueblo puede librar victoriosas batallas contra enemigos muy poderosos materialmente.
  2. En Nicaragua existe una línea correcta: la línea de la toma del poder por la lucha guerrillera con la participación de todo el pueblo de Nicaragua. En lo fundamental, el FSLN representa esa línea.
  3. Nuestra estrategia, es decir, la línea general de la guerra, es de uno contra diez. Es la guerra de guerrillas del pueblo contra la Guardia Nacional; es la continuación de la lucha que contra ese mismo ejército y contra los invasores yanquis sostuvo el gran patriota Sandino con su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional.
  4. La principal base popular del Ejército Revolucionario la constituyen los campesinos, por lo cual en esencia nuestra guerra tiene que ser una guerra agraria, una guerra por el rescate a favor de los campesinos medios y pobres de las tierras que los grandes hacendados les han arrebatado con maña y fuerza. El soldado revolucionario se ganará la confianza del campesinado dándole pruebas de sinceridad y honradez, porque esto es más convincente que la más ardorosa proclama. El Ejército Defensor del Pueblo debe estar identificado con las calamidades de la vida del campesino.
  5. La lucha armada sin el auxilio de otras formas de lucha no puede conducirnos a la victoria. Hemos dicho antes que la lucha legal en nuestro país no puede ser el principal medio para derrocar la dictadura.
  • Para alcanzar la victoria en la guerra es natural que la valentía es indispensable, pero comprendamos que no es suficiente. Más bien, la valentía es suficiente para decidirse a participar en un combate. Y participar en el combate no es el último fin del soldado. Hace falta lo fundamental, que es alcanzar la victoria.
  • Es fundamental escuchar la voz de la realidad. Ella nos dirá que ciertas batallas victoriosas pueden traer la derrota de la guerra y que, por consiguiente, cuando nos preparemos para una batalla debemos vincular esta con el futuro de la guerra.

Unidad, calidad y sabiduría revolucionaria

  • La unidad es necesariamente fundamental para el progreso de la insurrección. Sobre la unidad hay que aclarar muchos puntos para que se llegue al convencimiento de que no es una cuestión formal y pasiva, sino todo lo contrario, un factor vivo, esencialmente dinámico. Incluso podemos decir que la unidad sin acción no es unidad, sino grotesca caricatura de la unidad.
  • La calidad es una categoría que merece primera atención. La lucha revolucionaria del pueblo es la lucha de la calidad contra la cantidad. La razón es calidad y la ametralladora es cantidad. No es el fusil revolucionario el que vence, sino su brillante razón.
  • Si el ocultamiento del programa revolucionario es una expresión de derechismo, la ostentación exhibicionista representa el izquierdismo infantil.
  • Alcanzaremos la victoria si somos capaces de prepararnos para dirigir con sabiduría la lucha. Esa sabiduría podremos adquirirla si sabemos aprender.

Juventud, generación y continuidad histórica

  1. El futuro pertenece a la juventud. Es por eso que la juventud nicaragüense, que ansía un porvenir de libertad y progreso, combatirá a la dictadura sin regatear sacrificios ni esfuerzos. En estos momentos, la juventud nicaragüense funde sus anhelos en el lema glorioso de Augusto César Sandino: “¡Libertad o Muerte!”
  2. La generación de 1926 es la que en la historia de Nicaragua ha dado mejores demostraciones de combatividad, y de allí fue que surgió Sandino y su glorioso Ejército Defensor de la Soberanía Nacional.
  3. La juventud presenta cualidades naturales para cumplir con rapidez una tarea histórica. Nuestra generación, la que recientemente ha iniciado su vida revolucionaria, ha dado pruebas de poseer una elevada combatividad.
Amor a Nicaragua y antiimperialismo
  1. La transformación de Nicaragua no es cuestión de ideología, sino cuestión de amar a nuestro pueblo y ansiar fervorosamente su mejoramiento. Debemos de creer en la calidad revolucionaria del conservador que rompa con la dirección de su partido para decidirse por enmontañarse para combatir en la guerra agraria, diferenciándola del charlatán que, hablando hasta por los codos de la transformación del país, no coopera con la acción en la lucha.
  2. El imperialismo está agonizando en todo el mundo. La opresión de los pueblos débiles se está convirtiendo definitivamente en cosa del pasado.
  3. Somos los descendientes de Sandino. […] Luchemos como él luchó, sinceramente, sin escatimar sacrificios, para que su sueño en una Patria Libre y en un pueblo feliz se haga realidad.

El Comandante Carlos Fonseca sigue andando en la claridad de los caminos y en la voz de los pueblos que no se rinden.
Su ejemplo florece en cada sueño de justicia, en cada gesto de dignidad, en cada paso firme hacia la patria libre que soñó.
Porque mientras haya un corazón que luche, Carlos Tayacán vive, y la Revolución sigue en marcha.