
Nace en Somoto un 15 de agosto de 1949, son sus padres Justo Salinas y Carmen Pinell.
Sus estudios de primaria los realiza en la escuela Nuclear «Salomón de la Selva», de Somoto, donde hace las primeras letras a los seis años.
Se gradúa de maestro en la Escuela de Profesionalización del Instituto Nacional de Somoto, que hoy lleva su nombre.
Moreno, de ojos negros, pelo crespo, de andar pausado pero seguro, de baja estatura, como la generalidad de los nicaragüenses, fue un joven muy sencillo y amable, con una profundidad de convicciones tal, que no vaciló en ofrendar su vida por la redención de los oprimidos de su Patria.
Trabaja para el Magisterio Nacional por espacio de seis años, laborando durante este tiempo en San Juan del Río Coco, en la Escuela de Primaria del lugar; en Somoto, en la Escuela Nuclear «Salomón de la Selva» y en San José de Cusmapa, donde conjuntamente con un grupo de maestros coopera en la fundación del Ciclo Básico de la población.
En esta zona, además de actividades de alfabetización, Salinas realiza un extraordinario trabajo de concientización y organización con los campesinos, muchos de los cuales se integrarían después a la lucha libertaria.
En 1967 es reclutado a las filas del FSLN por el Cro. Constantino Maldonado Lovo y forma parte de una célula de estudio.
Se contacta con compañeros de larga trayectoria revolucionaria como: Igor Úbeda, Francisco Maldonado, Omar Cabezas, Bayardo Arce, Manuel Morales, Heriberto Rodríguez, Víctor Manuel Tirado, José Benito Escobar y otros.
Durante su permanencia en San Juan del Río Coco, donde laboraba como docente, conoce a Johnnatán González, joven zapatero en quien Salinas vislumbra al obrero sediento de libertad, dispuesto a luchar por las reivindicaciones de su clase. Recluta a las filas del FSLN a Johnnatán González, quien en adelante se convertiría en una de las valiosas fichas de la organización, hasta el momento de su heroica caída en Nandaime con Ricardo Morales, Iván Turcios y Juan José Quezada, aquel negro 18 de septiembre de 1973.
Ante los constantes hostigamientos del régimen y en una actividad digna de quien rechaza la manipulación oficialista, renuncia a la docencia un 10 de abril de 1975 para integrarse de lleno a la lucha clandestina del FSLN. Se incorpora a una Escuela Político-Militar en el Cerro El Copetudo, jurisdicción de Nueva Segovia, donde es detectado en el mes de julio de 1975. Logra escapar y se asienta con otros compañeros en el Cerro «Las Señoritas», de donde pasa clandestinamente a Totolapa para viajar a Estelí y Nueva Segovia.
Su primera arma de reglamento fue una pistola .22 que se encontraba en mal estado.
A su regreso de un viaje a México, es detenido por la Seguridad, cuyos verdugos se empeñan con brutales torturas en obligarle a confesar que él era el responsable del reclutamiento de Johnnatán González, objetivo que no logran ante la firmeza del héroe.
Posteriormente se moviliza con el seudónimo de «Humberto» y en una de estas travesías, en San Juan del Río Coco, luego de ser delatado por un soplón de este pueblo, es apresado por la G.N. en el lugar conocido como «Las Cruces».
Es trasladado inmediatamente a Ocotal y después a Jalapa, donde están como responsables de la genocida institución castrense los conocidos criminales Luis Manuel Villalobos y otros de apellidos Pillaís, quienes se ensañan en la humanidad del héroe y lo asesinan el 25 de junio de 1976.
Al momento de su asesinato, pesa sobre su persona una condena de 10 años, que en su ausencia le habían impuesto uno de los tristemente célebres tribunales de guerra del somocismo.
El 11 de agosto de 1979, a menos de un mes del triunfo revolucionario, se exhuman sus restos y son trasladados a Somoto, su pueblo natal, en manos de obreros y campesinos, clase social de la que era hijo autóctono.
Sus restos se encontraron atados con cordeles, lo que indica que lo manearon para asesinarlo. En su ropa interior se le encontró una cartera con dinero que no pudieron localizar los criminales, de donde se infiere que el héroe adoptó una actitud impertérrita ante las brutales torturas de los asesinos.
Con Esmeralda Hernández, procreó una hija que lleva el nombre de Tania Libertad, a la que no pudo reconocer legalmente por imperativos de seguridad, pues se encontraba en la clandestinidad.
En su lucha revolucionaria adoptó diferentes seudónimos, tales como: «Humberto», «Johnnatán», «Mauricio».
Hasta hoy, del nacimiento de este preclaro hijo somoteño, el Sol de la Libertad irradia esplendorosamente sobre los nicaragüenses, y un Gobierno Revolucionario conduce el destino de la Patria por el derrotero de una paz con dignidad, fundamentado en el trabajo del pueblo sandinista que, así como empuña con decisión la herramienta con que consagra su esfuerzo por la reconstrucción, también empuña con firmeza el fusil defensor de las conquistas populares por las que ofrendó su vida generosa.
«AUGUSTO SALINAS PINELL»
¡PRESENTE, PRESENTE, PRESENTE!