
Un ejemplar matrimonio cristiano
“Felipe y Mary tuvieron su conversión a través del Cursillo de Cristiandad. Y empezaron a trabajar en la evangelización, un poco sin control, en trabajos sociales y en obras que se iban haciendo en Estelí. Y, poco a poco, ellos fueron dándose cuenta de que, en la situación de Nicaragua, ese trabajo, más bien asistencialista, no llenaba enteramente sus ideales de compromiso cristiano. Hasta que hicieron contacto con el Frente Sandinista de Liberación Nacional y vieron en el proyecto del Frente Sandinista un cauce y un instrumento válido para concretar y realizar una dimensión importante de su compromiso cristiano” (Agustín Toranzo, citado en “No los separó la muerte”, Teófilo Cabestrero, Editorial Sal Terrae, Santander. 1985. ISBN: 84-293-0706-0. 1era. edición, pág. 218).
En Nicaragua antes del 19 de julio de 1979, fueron miles los cristianos que llegaron al mismo compromiso revolucionario desde su fe, frente a una dictadura con más de 40 años de dominio total del Estado y sus fuerzas armadas, opresora del pueblo nicaragüense y empobrecedora de las grandes mayorías campesinas y obreras. Unirse a la lucha por el derrocamiento de la dictadura somocista era una misión que miles de cristianos asumieron como consecuencia lógica de su fe. “Entre cristianismo y revolución, no hay contradicción”, fue una consigna popular muy repetida entre la militancia cristiana y sandinista, antes y después del 19 de julio de 1979.
Los esposos Barreda, originarios de Estelí, apoyaron la causa liberadora de diferentes maneras, inclusive exponiendo sus vidas al facilitar su casa como “casa de seguridad” del FSLN, entre otras tareas que realizaban. Y al llegar el triunfo revolucionario y emprenderse el camino hacia la liberación plena de los más humildes nicaragüenses, ellos no dudaron en ser parte de este proceso revolucionario bajo la dirección del FSLN, al cual pertenecieron hasta sus muertes en territorio hondureño a manos de los criminales “paladines de la libertad” de Ronald Reagan, presidente norteamericano que creó y financió a la contrarrevolución.
Felipe y Mary fueron personas de oración
“Su gran fuente de energía era la oración. Felipe y Mary siempre fueron personas de oración. Tenían la constante inquietud de una interiorización muy fuerte. Por eso participaron también en movimientos de oración. Pero a ellos la oración los llevaba al compromiso…” (P. José Ernesto Bravo. Citado por Cabestrero 85: 226).
Por su parte, Toranzo agrega: “Ellos iban diariamente a misa, pero no a una misa de cumplimiento formal, sino a una misa en que buscaban la unión vital con Jesucristo. Me dijeron claramente que ellos tenían necesidad de ir diariamente a la misa porque necesitaban y querían unirse vitalmente con Jesús para realizar el trabajo que debían realizar en la construcción del Reino de Dios, y que, si no mantenían esa unión vital con el Señor, iban a ser incapaces de responder correctamente. A esa misa hay que añadir la oración que hacían, tanto individualmente como unidos los dos” (Toranzo citado por Cabestrero 85: 227).
Los cortes de café, tarea de la Revolución
En diciembre del año 1982, miles de nicaragüenses de todas las profesiones y edades asumieron la tarea política-económica de participar en los cortes de café. Parece sencillo, pero en ese momento la acción contrarrevolucionaria amenazaba con evitar que Nicaragua recogiera su producción cafetalera y lograr ingresos para nuestra economía que urgía de sacar el café de los lugares más recónditos de Nicaragua. Ir a cortar café era una decisión que podía significar arriesgar la vida a manos de los exguardias somocistas derrotados y con sed de venganza.
Felipe y Mary decidieron ir. Así lo expone el P. José Ernesto Bravo, al dar su testimonio sobre los esposos a Teófilo Cabestrero, dice: “Yo platiqué con ellos el día antes de que se fueran al corte de café. Sentían una mezcla de pesar y de convicción. Pesar, porque se acercaba la Navidad y ellos ya eran bien mayores y habían mantenido las costumbres de Navidad como las gentes tradicionales en Estelí, reuniéndose en familia… Tenían ese sentimiento, pero se habían clarificado en que tenían que dar ese paso porque era la forma de crecer. Y así tomaron la decisión”. (Cabestrero 1985: 225).
Secuestrados el 28 de diciembre
Y se fueron a cortar café, unidos como esposos. En eso estaban, sin dañar a nadie, apoyando la producción para Nicaragua, cuando un comando de los contrarrevolucionarios procedente de Honduras, donde tenían sus bases bajo el amparo del gobierno hondureño y de los EE. UU., atacó a los cortadores de café y, aunque intentaron escapar, fueron perseguidos y lograron capturar a Felipe y Mary junto con otros cortadores y milicianos que defendían a los cortadores. Felipe iba herido de charneles recibidos de los contras. Mary pudo escapar, pero se negó a dejar solo a su esposo, intentó sacarlo de los montes, pero no pudo, corrió la misma desgracia de Felipe de ser secuestrada hacia territorio hondureño.
Este hecho sucedió el 28 de diciembre de 1982. A partir de ese momento los esposos sufrieron un verdadero viacrucis de golpizas, torturas físicas y psicológicas, humillación y maltrato al obligarlos a estar desnudos a la intemperie en el campamento contrarrevolucionario, negativa de darles atención médica para las heridas de Felipe y el sangrado vaginal de Mary, entre otras atrocidades propias de aquellos criminales que decían defender la democracia y el cristianismo frente al “sandino-comunismo ateo” que según ellos gobernaba en Nicaragua. Ese era el discurso para ganar adeptos y atemorizar a los campesinos de la región norte de Nicaragua.
“El muerto” confiesa su crimen
En agosto de 1983 fue capturado en Managua un contrarrevolucionario que respondía al nombre de Pedro Javier Núñez Cabezas, alias “el Muerto”. Fue descubierto por la Seguridad del Estado del Ministerio del Interior, organizando un atentado contra ministros del gobierno revolucionario, principalmente contra el P. Miguel D’Escoto Brockmann, ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua y sacerdote católico.
Cuando lo presentaron a los medios de comunicación, varios milicianos secuestrados que habían logrado huir de Honduras, y que habían sido testigos de las torturas a los esposos Barreda en el campamento de la contra, lo identificaron como el jefe del campamento donde Felipe y Mary habían sido asesinados en enero de 1983.
A los testigos se les careó con el cabecilla contra, y de ahí resultó la confesión del asesino de los esposos Barreda, quien narró —desde su perspectiva— lo que había sucedido, cómo y por qué los habían asesinado.
Imposible quebrarles la moral
“Me llamo Pedro Javier Núñez Cabeza. Mi seudónimo es el Muerto. Yo interrogué, torturé y asesiné al señor Felipe Barreda y a su esposa María Eugenia Barreda”, dijo ante los periodistas al ser presentado por el Ministerio del Interior. “¿Por qué matarlos?”, le preguntaron los periodistas: “Porque era imposible quebrarles la moral. No pudimos doblegarlos”, respondió el asesino.
“Somos cristianos y somos sandinistas”
Núñez Cabezas declaró: “A las propuestas de que aceptaran colaborar con nuestra lucha y así salvarían la vida, ellos respondían: Nosotros somos cristianos y somos sandinistas desde hace muchos años, y no dejaremos de serlo” (Cabestrero 85: 30-31). “Me enojaron”, dijo al señalar que ni los golpes con la cacha de la Browning, ni las patadas, consiguieron que renegaran de su postura. “A él le abrí las heridas de los charneles con la culata de la pistola. A ella también le di duro. Me ayudó un hombre que tienen en el estado mayor de T1egucigalpa, de apellido Tijerino, quien había sido interrogador de la OSN. Nos turnábamos y a veces les dábamos los dos al mismo ti2empo. Cuando nos cansábamos, lo hacían mis hombres en el equipo de Inteligencia, dos e3x-EEBI conocidos como el Tapir y Juancito” (Cabestrero 85: 31).
“Siempre respondían lo mismo: que eran sandinistas y andaban recogiendo café para levantar la producción de Nicaragua. Ya para los primeros días de enero (1983), estábamos claros de que estas dos personas no iban a hablar nada y que no se iban a plegar a nosotros. Entonces viene la orden de Tegucigalpa de que los matemos. Yo entré en la choza que hay en el cerro Potrero Grande, cerca del mando del campamento, que es donde se mantenía a los presos y los interrogaba. Cuando me vieron con la Browning en la mano supieron que iban a morir, pero no dijeron nada sino hasta poquito antes de que les metiera los dos tiros” (Cabestrero 85: 31).
Así concluye la confesión del despiadado asesino de los esposos Barreda. Desde el 28 de diciembre de 1982 hasta enero de 1983, vivieron un viacrucis cargando sus propias cruces en fiel seguimiento de Jesús, nuestro Señor, quien fue crucificado en el Gólgota; por su parte nuestros mártires Felipe y Mary fueron asesinados en el cerro Potrero Grande, ese fue su Gólgota criollo. Nadie puede dudar que ellos estuvieron en oración silenciosa y pasionaria mientras esperaban sus ejecuciones, porque como atestiguan quienes les conocieron antes de esta tragedia, ellos eran cristianos de oración.
Felipe y Mary viven en la lucha contra la pobreza
A 43 años del secuestro que los condujo a la muerte y en vísperas de su 42 aniversario de martirio, Felipe y Mary viven en nuestros corazones, no los hemos olvidado y no los vamos a olvidar. Las nuevas generaciones de cristianos comprometidos con los cambios estructurales que se continúan haciendo en la Nicaragua revolucionaria deben convertirse en discípulos de los esposos Barreda. La juventud debe conocer sus biografías y apropiarse de sus testimonios para sacar adelante a Nicaragua de la pobreza, tal y como lo han planteado nuestros copresidentes Comandante Daniel Ortega y Cra. Rosario Murillo.
La causa por la que murieron los esposos Barreda no ha desaparecido; el imperialismo capitalista creador de la pobreza y la miseria deben ser erradicados totalmente de nuestro continente. Hoy navegan con sus barcos prepotentes frente a las costas de Venezuela, reclamando el petróleo y los minerales, las tierras y hasta la vida misma del pueblo bolivariano de Venezuela, infamando el nombre y la memoria de todos los héroes y mártires latinoamericanos que a través de muchas décadas han ofrendado sus vidas por la liberación y la autodeterminación de nuestros pueblos.
El Plan Nacional de Lucha Contra la Pobreza y Para el Desarrollo Humano debe seguir adelante avanzando en el logro de sus metas; así es como honraremos la memoria, no solo de los esposos Barreda, sino también de todos los héroes y mártires que a lo largo de siglos de historia han dado sus vidas por una Nicaragua donde prevalezca la justicia, la paz, el respeto a la soberanía nacional, y por el contrario, donde la pobreza sea cada día menos un insulto a Cristo Resucitado y nos aproximemos cada día más al diseño del Reino del Amor que anunció y por el cual dio su vida también el Cordero de Dios.
El autor: Clemente Guido Martínez.
Vicepresidente de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua (AGHN). Fue dirigente de la Pastoral Juvenil Arquidiocesana de Managua, 1978-1983. 25 de diciembre del año 2025, Managua, Nicaragua.

