El compañero Casimiro Sotelo, fue un dirigente estudiantil que se enfrentó a la dictadura somocista, con valentía y determinación, empleando un papel cardinal dentro del proceso revolucionario nicaragüense.
La esencia sobre la bravura y valentía de nuestro compañero Casimiro, se condensa en su valor ético y arrojo, cuando se llegó a enfrentar a Somoza:
“Mire, presidente Somoza, antes de que termine de hablar, haga una cosa que va a hacer felices a todos los nicaragüenses, entréguele los restos del general Sandino”, exigía Sotelo, con firmeza inclaudicable.
El compañero Jacinto Suárez, durante una entrevista que retrata la manera muy personal de Casimiro, lo describe como un buen agitador social y que no dejaba escapar oportunidad para denunciar a la dictadura y levantar banderas sociales.
De esta manera, nuestro héroe, Casimiro Sotelo, se perfiló como el símbolo de la juventud rebelde que no se subordinaba a la dictadura somocista. Junto a nuestros compañeros héroes, Hugo Medina, Roberto Amaya y Edmundo Pérez, representa a toda una legión de jóvenes patriotas.
Casimiro, crecía en los tiempos en que el Frente Sandinista de Liberación Nacional, recién había sido fundado. Desde muy joven, ya formaba parte de ese trabajo de hormiga que se realizaba de manera clandestina, para formar conciencia social, política y revolucionaria en Nicaragua.
Pese a tener menos de 24 años, nuestro compañero Sotelo ya tenía un pensamiento y una dedicación enfocados en las causas sociales; un joven firme y de una voluntad férrea para luchar por una Nicaragua Libre de esa dictadura somocista, que estaba torturando y asesinando al pueblo.
Con esa actitud y esa fortaleza moral y revolucionaria, Casimiro, junto a Hugo, Roberto y Edmundo, son asesinados brutalmente por la Guardia Somocista, un 4 de noviembre de 1967, tras ser detectados en una casa de seguridad en Monseñor Lezcano.
Los nicaragüenses lo recordamos como esa generación más cruda de la siembra, que abonó mucha conciencia, con audacia e inteligencia, en tiempos de grandes riesgos, donde a la Guardia Somocista se le creía imbatible.
Casimiro se ha multiplicado en el presente y para el futuro, como un símbolo auténtico de sacrificio, compromiso, amor y valentía, un verdadero estandarte estudiantil.
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Casimiro es uno de esos seres de luz que, por encima de su propio bienestar, ahondaron en las raíces humanas, y lograron entregarse plenamente por valores como la justicia, el amor y la libertad; es la cosecha de estos nuevos tiempos, visiones y caminos que se surcan con gran esperanza en esta Nicaragua que siempre soñó: Libre, plena y soberana.